Hace un año mi vida era bastante similar a lo que es hoy. Eso sí, era más joven. Pero qué se le va a hacer; ahora, por lo menos, soy más sabio…
Hace un año no tenía blog, y me representa todo un enigma saber en qué gastaba el tiempo libre que ahora gasto acá.
Este post opera más que nada a modo de balance. Del blog y personal.
El Autobús Trágico nació, con otro nombre (aunque EAT siempre fue mi idea original), allá por mayo de este año, cuando –por no tener nada mejor que hacer, y después de ver Blogosfera en Canal A– decidí dejar de escribir en archivos de Word, que solo yo leía, e incorporarme en el mágico mundo de Blogger. Y así, empezó el viaje mágico y misterioso.
En un comienzo, fue bastante fatídico el tema del blog y se me fueron las ganas de seguirlo. Para que se den una idea, yo soy el típico pelotudo que se espanta con solo oír la palabra proactividad. Soy esa clase de persona que tiene cero iniciativa, cero determinación, cero liderazgo y esquiva toda oportunidad de destacarse en lo que sea. Soy el típico “perfil bajo”. Esto no significa que sea un boludo equiparable a un vegetal, sino que soy demasiado indiferente con el mundo en general y no me interesa llamar la atención de nadie. (Por lo menos lo reconozco). Y así, como salame que soy, no se me ocurrió mejor idea que decirle a un compañero de universidad que abramos un blog entre los dos.
La idea era ver cómo se me daba con esto de escribir regularmente, y como el pibe era mi exacto opuesto –el típico papanatas que se la cree, que le gusta estar en el centro de todo y que, de hecho, cree que el universo y todos los cuerpos que forman parte de este determinan sus movimientos según lo que él esté haciendo– consideré conveniente realizar esta “sociedad”, que era lo que iba a permitir que yo de alguna forma “arrancara” a hacer algo, aunque sea escribir en un blog. Sumado a esto, estaba mi confianza en que Blogger no era joda. Pensaba “Esto no es para cualquier boludo” y me tiraba más atrás todavía. Así que incurrí en el plan que detallé.
Desde el principio todo fue bastante molesto. Tenía infinitas diferencias “creativas” y era un terrible dolor de bolas tener que lidiar a diario con el chabón. La culpa la tuve yo, por no quererme abrir solito un blog (tampoco era la gran cosa). Pero uno no se da cuenta de la simpleza de las cosas hasta una vez echa la cagada.
La cosa fue mutando y el que le restó importancia al blog finalmente fui yo. No quería saber más nada, ni con el blog ni con este pibe. Y así fue que, en una infinita muestra de su benevolencia (al menos así se lo figuró él), me “cedió” el espacio para que yo “haga lo que quiera”. Se preocupó demasiado, era tan fácil como abrirme un blog nuevo y a la mierda. Y en cualquier momento lo iba a hacer, eso está fuera de discusión.
A todo esto, un comentario al margen. En el hipotético caso de que un día un rayo me dé directo en la cabeza, me despierte convertido en un genio, empiece a escribir nada más que genialidades (soñar no cuesta nada) y me comience a llover reconocimiento y dinero, este zopenco va a aparecer pidiendo que se le reconozca su influencia en mi “trabajo”. ESTA te voy a reconocer. BOLUDO! Cómo si te debiese algo.
Pero bueno. To make a long story short, el tipo en cuestión estaba (cómo decirlo?) loquito. Resultó ser de esas personas que termina obsesionada y se dedica a fastidiarle la vida a todos aquellos que no le siguieron la corriente. Se peleó con todo el mundo y ahora media universidad lo odia. Como para que se entienda lo que era/es el flaco. El universo me dio la razón.
Volvamos al punto, pues me extendí demasiado para hablar de los orígenes del blog.
Balance.
Hoy termina el año y quedan 43 post. Espero haber mejorado desde el primero hasta este último que estoy escribiendo. Espero haber dicho algo coherente en todo este tiempo, haber escrito algo de su agrado (a usted me refiero, a quien lee). Espero haberle provocado alguna sensación (buena o mala, pero genuina al fin), haberle hecho quedarse pensando, haberle movido algo en su interior (me conformo incluso con haber sido su Activia y haberle acelerado el tránsito intestinal). Espero haber cambiado algo, por más mínimo que sea.
En términos personales, fue un año normal. Un embole regular. Mal año para el amor, pero qué se puede hacer. La familia óptima, no me puedo quejar. Las amistades, siempre están. Lo académico: 6 materias metidas, a razón de un promedio general de 8,5 (paupérrimo, dadas mis posibilidades reales en materia de tiempo y neuronas). Campeón (de bronce, pero campeón al fin!) junto a mi equipo, en el torneo interno de fútbol de la universidad. Más literatura leída (no demasiada), menos salidas y borracheras (las echo de menos). Más y menos, de lo mismo de antes. No se me ocurren otras cosas que sopesar. Pero el resultado final de la balanza es más que positivo. Porque una cosa tiró demasiado para el lado de lo positivo. Quien les escribe, cumplió una de las metas más importantes de su vida: ver en vivo y en directo a un Beatle. Ver a un ídolo de esos que pensás nunca vas a poder ver. Yo vi a Paul… Fua. Yo le grité “Geeeeeenioooooooo!”. Dudo que me haya escuchado, pero yo le grité. Porque yo estuve ahí. Cuesta creerlo, pero estuve ahí… de verdad. Cada uno tiene sueños en la vida, y éste era uno de los míos. Y lo pude cumplir.
Por estas y otras cosas, este ha sido un buen año. Y vaya que lo fue. Habrá que ver dónde estaremos de aquí a un año más. Pero esto queda como documento para comparar.
Tiempo de terminar. A quién haya leído este pergamino, un sincero agradecimiento por gastar su tiempo en esto. Lamento decirle que podría haberse comido un pan dulce o haberse bajado una botella del más fino champagne en vez de patinarse media hora en esta lectura.
Gracias también a los que se subieron al autobús, y a los que alguna vez pasaron y comentaron. Y a los que anduvieron un rato y pensaron “Que blog más choto”, gracias igual. (Aunque les digo: La tienen adentro).
Listo, no más.
Terminen bien este año! Y arranquen el nuevo mucho mejor!
Nos leemos luego.
Nico.
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viernes, 31 de diciembre de 2010
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Martes
A las siete de la tarde
todo en mi patio es más naranja.
The sun is waving goodbye.
Hay una jaula para el pájaro invisible,
y los pesados árboles donde se esconden los de verdad.
Las sombras todavía juegan con las paredes blancas.
Los perros te miran.
Escucho a las abejas.
Escucho la lapicera sobre la hoja.
Los autos, las motos, alarmas.
Los nenes del vecino.
La música, el pibe de en frente.
Mi hermana que prende la tele.
El libro me sigue esperando.
El silbido de un pajarito robot.
Otro levanta la cabeza,
mientras pisa las tejas calientes de la casa de atrás.
Un perro viejo que se despierta
y empieza a ladrar.
Los colores de otra pared.
La rosa que va muriendo,
pero igual asoma.
Las uvas verdes.
La madera y el metal
y las hojas y las hormigas
y vos y yo
y ellos y nosotros
y los pájaros y el aire y el sol
y las máquinas y los vecinos.
En mi barrio nadie se calla a las ocho de la noche.
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todo en mi patio es más naranja.
The sun is waving goodbye.
Hay una jaula para el pájaro invisible,
y los pesados árboles donde se esconden los de verdad.
Las sombras todavía juegan con las paredes blancas.
Los perros te miran.
Escucho a las abejas.
Escucho la lapicera sobre la hoja.
Los autos, las motos, alarmas.
Los nenes del vecino.
La música, el pibe de en frente.
Mi hermana que prende la tele.
El libro me sigue esperando.
El silbido de un pajarito robot.
Otro levanta la cabeza,
mientras pisa las tejas calientes de la casa de atrás.
Un perro viejo que se despierta
y empieza a ladrar.
Los colores de otra pared.
La rosa que va muriendo,
pero igual asoma.
Las uvas verdes.
La madera y el metal
y las hojas y las hormigas
y vos y yo
y ellos y nosotros
y los pájaros y el aire y el sol
y las máquinas y los vecinos.
En mi barrio nadie se calla a las ocho de la noche.
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jueves, 23 de diciembre de 2010
Yo tengo facebook y lo odio (parte dos)
Sobre las páginas de facebook:
A la gente de la que hablé anteriormente no le alcanza con solo contar cada segundo de su vida. Van por más. (Algo que se les debe reconocer es que siempre intentan superarse). ¿Cómo obtener este plus de estupidez? Fácil, 3 palabras: Páginas de Facebook.
Por ahí yo soy muy complicado (lo admito), pero creo que cada acción que hago me define. Algo así como “sos lo que hacés”. Entonces veo a FB como una forma de mostrar quién sos, o más bien cómo sos. Más que nada digo esto por las características que tiene. Ejemplo son los apartados “intereses”, “actividades”, “creencias”, “películas”, “libros”, etc., etc., que uno puede llenar según sus preferencias. Hasta ahí vamos bien.
Acá es cuando aparecen las páginas de FB. Cada vez que te unís a una página de FB, ésta va a llenar alguna de las categorías que mencioné. Por esto, como obsesivo que soy, elijo bien a cuál me voy a unir (recuerdo: yo, efectivamente, me “vendí” a FB y por eso lo uso –aunque con más responsabilidad y menos recurrencia que la mayoría–). No me voy a unir a cada boludez que se me aparezca. ¿Qué necesidad tengo? Ninguna. Solo me uno a lo que siento que me representa/identifica o me gusta. (Tengo la paranoia de que debo ser consistente entre lo que realmente soy y lo que digo ser).
Y aquí la diferencia con el típico usuario de FB.
¿Para qué moderarme y unirme a algunas páginas si puedo unirme a todas? Estoy 99 por ciento seguro que se les pasa eso por la cabeza.
Y la escena y los actores se repiten: Nico abre facebook para ver qué onda Paul McCartney (por ejemplo) y se tiene que fumar todas las publicaciones de los “amigos”. Lo mejor de todo es cómo queda estructurada la publicación cada vez que alguien se une a una página. Ejemplo: A Nico le gusta (con el thumbs up) Paul McCartney. Entonces agarrás, vas bajando y empezás a leer: A Fulano le gusta Comer comida. BIEN! Dentro de todo es sensato. Pero si tan solo terminase ahí.
Seguís bajando y lees: A X le gusta Comerse uno de bondiola en ayunas (todo bien, yo prefiero unas tostadas), A X le gusta Olerse la mugre del ombligo (sobre gustos –por raros que sean– no hay nada escrito), A 3 amigos les gusta Unirse a páginas boludas, A X le gusta ¬¬ (sí, le gusta “¬¬”), A X le gusta A que junto 40 boludos que se unen a esta página, A X le gusta Odio que Brad Pitt me llame cuando estoy con Johnny Deep en la cama (hay 68000 personas unidas; no dejan títere con cabeza estos pibes!), A X le gusta llegaste? No, soy un holograma. Boludo! (esta frase, por lo menos, sirve para la vida diaria), A X le gusta Ves a un chabón feo y le decís a tu amiga Mirá, tu novio, A X le gusta Babear la almohada, A X le gusta Que cornudo/a que sos!, A X le gusta Risa-Maligna-Muahahahahahaha (…), A X le gusta ¿No odias cuando un oso intenta comerse a tu bebe? (no entiendo), A X le gusta Las bolas de polvo que crecen debajo de la cama y de repente cobran vida (está hablando del faso… ), A X le gusta Tirarse un pedo sin que nadie se de cuenta y sentirse un Ninja (Tomá! Qué me decís al respecto? Son unos boludos. Aunque… soy sincero, me hizo reír). Y muchos más todavía, tantos que ya no se me ocurren*. Pero he leído cada cosa. De no creer. Y no son solo los nombres, sino la cantidad de páginas así. Y la cantidad de gente que se une.
La solución: la misma. Las listas de contactos. Te armaste tu lista de contactos y chau, no te bancas más esas idioteces que, unidas con las simpáticas actualizaciones de estado (que comenté en el post anterior), crean la tormenta perfecta.
Pero es inevitable quedarse pensando: Qué onda que yo no me uno a todas esas boludeces. Todos se unen y yo no. ¿Soy un anormal? Queda abierta la incógnita, porque no tengo una respuesta (por ahora). Pero para mí, y por ahí le erro, son todos unos boludos. Pero bien, de onda lo digo.
Punto aparte. Llegué, también, (como quien no quiere la cosa) a la conclusión de que soy una persona bastante simple; en tanto y en cuanto se relacione la simplicidad de personalidad al número de páginas que a uno le “gustan”. Si te ponés a mirar algún perfil ajeno ves que un número importante está unido a dos millones de páginas, de las cuales 1.999.999 son idioteces. Personalidades complejas, sin duda. Eso es FB, cuna de los complejos espíritus modernos. Fua!
Sigue. Pero ahora me despido (aunque quedan un par de cosillas por decir).
*Muchas de las páginas que nombro son reales, aunque algunas son una “caricatura” de la situación que se vive actualmente en FB. Lo sé, es preocupante.
PD: estos últimos días me vi obligado a entrar a FB y salir inmediatamente porque no puedo ingresar en mis listas. Como por arte de magia, ya no las puedo usar. No quiero ser un perseguido, pero es posible que a alguien no le guste que hable así de esta red social y estén tratando de intimidarme. Me siento el Sr. X. Temo por mi vida…
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A la gente de la que hablé anteriormente no le alcanza con solo contar cada segundo de su vida. Van por más. (Algo que se les debe reconocer es que siempre intentan superarse). ¿Cómo obtener este plus de estupidez? Fácil, 3 palabras: Páginas de Facebook.
Por ahí yo soy muy complicado (lo admito), pero creo que cada acción que hago me define. Algo así como “sos lo que hacés”. Entonces veo a FB como una forma de mostrar quién sos, o más bien cómo sos. Más que nada digo esto por las características que tiene. Ejemplo son los apartados “intereses”, “actividades”, “creencias”, “películas”, “libros”, etc., etc., que uno puede llenar según sus preferencias. Hasta ahí vamos bien.
Acá es cuando aparecen las páginas de FB. Cada vez que te unís a una página de FB, ésta va a llenar alguna de las categorías que mencioné. Por esto, como obsesivo que soy, elijo bien a cuál me voy a unir (recuerdo: yo, efectivamente, me “vendí” a FB y por eso lo uso –aunque con más responsabilidad y menos recurrencia que la mayoría–). No me voy a unir a cada boludez que se me aparezca. ¿Qué necesidad tengo? Ninguna. Solo me uno a lo que siento que me representa/identifica o me gusta. (Tengo la paranoia de que debo ser consistente entre lo que realmente soy y lo que digo ser).
Y aquí la diferencia con el típico usuario de FB.
¿Para qué moderarme y unirme a algunas páginas si puedo unirme a todas? Estoy 99 por ciento seguro que se les pasa eso por la cabeza.
Y la escena y los actores se repiten: Nico abre facebook para ver qué onda Paul McCartney (por ejemplo) y se tiene que fumar todas las publicaciones de los “amigos”. Lo mejor de todo es cómo queda estructurada la publicación cada vez que alguien se une a una página. Ejemplo: A Nico le gusta (con el thumbs up) Paul McCartney. Entonces agarrás, vas bajando y empezás a leer: A Fulano le gusta Comer comida. BIEN! Dentro de todo es sensato. Pero si tan solo terminase ahí.
Seguís bajando y lees: A X le gusta Comerse uno de bondiola en ayunas (todo bien, yo prefiero unas tostadas), A X le gusta Olerse la mugre del ombligo (sobre gustos –por raros que sean– no hay nada escrito), A 3 amigos les gusta Unirse a páginas boludas, A X le gusta ¬¬ (sí, le gusta “¬¬”), A X le gusta A que junto 40 boludos que se unen a esta página, A X le gusta Odio que Brad Pitt me llame cuando estoy con Johnny Deep en la cama (hay 68000 personas unidas; no dejan títere con cabeza estos pibes!), A X le gusta llegaste? No, soy un holograma. Boludo! (esta frase, por lo menos, sirve para la vida diaria), A X le gusta Ves a un chabón feo y le decís a tu amiga Mirá, tu novio, A X le gusta Babear la almohada, A X le gusta Que cornudo/a que sos!, A X le gusta Risa-Maligna-Muahahahahahaha (…), A X le gusta ¿No odias cuando un oso intenta comerse a tu bebe? (no entiendo), A X le gusta Las bolas de polvo que crecen debajo de la cama y de repente cobran vida (está hablando del faso… ), A X le gusta Tirarse un pedo sin que nadie se de cuenta y sentirse un Ninja (Tomá! Qué me decís al respecto? Son unos boludos. Aunque… soy sincero, me hizo reír). Y muchos más todavía, tantos que ya no se me ocurren*. Pero he leído cada cosa. De no creer. Y no son solo los nombres, sino la cantidad de páginas así. Y la cantidad de gente que se une.
La solución: la misma. Las listas de contactos. Te armaste tu lista de contactos y chau, no te bancas más esas idioteces que, unidas con las simpáticas actualizaciones de estado (que comenté en el post anterior), crean la tormenta perfecta.
Pero es inevitable quedarse pensando: Qué onda que yo no me uno a todas esas boludeces. Todos se unen y yo no. ¿Soy un anormal? Queda abierta la incógnita, porque no tengo una respuesta (por ahora). Pero para mí, y por ahí le erro, son todos unos boludos. Pero bien, de onda lo digo.
Punto aparte. Llegué, también, (como quien no quiere la cosa) a la conclusión de que soy una persona bastante simple; en tanto y en cuanto se relacione la simplicidad de personalidad al número de páginas que a uno le “gustan”. Si te ponés a mirar algún perfil ajeno ves que un número importante está unido a dos millones de páginas, de las cuales 1.999.999 son idioteces. Personalidades complejas, sin duda. Eso es FB, cuna de los complejos espíritus modernos. Fua!
Sigue. Pero ahora me despido (aunque quedan un par de cosillas por decir).
*Muchas de las páginas que nombro son reales, aunque algunas son una “caricatura” de la situación que se vive actualmente en FB. Lo sé, es preocupante.
PD: estos últimos días me vi obligado a entrar a FB y salir inmediatamente porque no puedo ingresar en mis listas. Como por arte de magia, ya no las puedo usar. No quiero ser un perseguido, pero es posible que a alguien no le guste que hable así de esta red social y estén tratando de intimidarme. Me siento el Sr. X. Temo por mi vida…
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lunes, 20 de diciembre de 2010
Correr Escapar Caer
Baby you're a rich man too
You keep all your money in a big brown bag inside a zoo
What a thing to do!
Lennon-McCartney (1967)
El bocado amargo de la vida llega demasiado temprano. Llega cuando uno deja de ser suyo y pasa a ser de alguien más. Y no en un sentido romántico ni mucho menos. Más bien en un sentido práctico. De cuerpo.
Llega demasiado temprano porque lo encontramos aún cuando somos propios. Llega porque otros dejan de ser suyos y nos contaminan con ese sabor de dejar de ser nuestros. Y uno se vuelve de otro. Y ya nadie pertenece a sí mismo.
El hombre que escapa lo hace a riesgo de quedar como un lunático. Lo tratan de paranoico y pesimista. Escapa. Y tarde o temprano prueba de la seca y amarga raíz de la vida. Va a dejar de ser él mismo y los primeros momentos serán intolerables.
Los demás ya no lo sufren, lo saben dulce y de colores. (Se apropiaron hasta de sus huesos). Y el que escapaba, después de un tiempo, ya no sufrirá. Ni los pensamientos le quedarán a su voluntad.
Se sumará a una fantasía. Abandonará una fantasía. Una, en la que se sumergieron todos ellos. Otra, en la que solo solía vivir él; nunca cruzó compañeros.
Al final, todo será olvido. Todo se irá con el viento.
Al final, muy a pesar del espíritu que fue, será feliz.
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viernes, 17 de diciembre de 2010
Axiomático
Una historia casi discreta de amor.
Un reproche aquí y otro allá.
Pero se pelean y se aman.
Compiten por quererse más.
Hay como un tono nostálgico en el aire.
Algunos lo pueden cantar.
A ellos se les hace parte en la piel.
Lo único que pueden hacer es bailar.
Se va mutilando esa cosa parecida al amor.
Se hacen canciones.
Se cantan locuras.
Bailan.
Ella se va y él corre en sentido contrario.
No se distancian porque la inercia los reune.
Su todo explotó en sincronía.
Son parte de un mismo sistema.
Son el mismo universo.
Ustedes son acá.
Bien o mal.
Están atados de los ojos.
No pueden dejar de verse.
Quizás puedan, pero para qué intentarlo?
Mejor seguir cantándose.
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Un reproche aquí y otro allá.
Pero se pelean y se aman.
Compiten por quererse más.
Hay como un tono nostálgico en el aire.
Algunos lo pueden cantar.
A ellos se les hace parte en la piel.
Lo único que pueden hacer es bailar.
Se va mutilando esa cosa parecida al amor.
Se hacen canciones.
Se cantan locuras.
Bailan.
Ella se va y él corre en sentido contrario.
No se distancian porque la inercia los reune.
Su todo explotó en sincronía.
Son parte de un mismo sistema.
Son el mismo universo.
Ustedes son acá.
Bien o mal.
Están atados de los ojos.
No pueden dejar de verse.
Quizás puedan, pero para qué intentarlo?
Mejor seguir cantándose.
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domingo, 5 de diciembre de 2010
Yo tengo facebook y lo odio (parte uno)
Por más contradictorio que parezca: Tengo facebook y lo odio. Simple.
¿Por qué lo tengo? Porque como el celular, por más que lo aborrezcas, debés tenerlo (porque el resto del maldito mundo lo tiene, y es eso o convertirte en ermitaño e irte a vivir a la montaña).
Hace tan solo poco más de un año, yo era uno de esos que orgulloso decía: NO TENGO FACEBOOK (y me la banco!). Me sentía más “especial” perteneciendo a la minoría. Era como no "venderse" y ser realmente libre de todo. (Y esto de la libertad es un tema aparte).
Varios me decían: “Ya vas a caer” como si de algo inevitable se tratase. Hasta que pasó. Llegó el momento en el que caí (y por eso hoy estoy escribiendo este post).
Unos compañeros de la universidad habían filmado un video, supuestamente, graciosísimo y como yo no tenía facebook no podía verlo. Me insistieron (e incluso aplicaron complicadas técnicas de convencimiento) hasta que me abrí una cuenta porque quería saber de qué tanto hablaban*.
Del video en cuestión ya ni recuerdos tengo, así de bueno debe haber sido. Pero lo importante es que había ingresado al maléfico mundo de las redes sociales.
En un primer momento, me entretuve y me la pasé de perlas “descubriendo” todas las “posibilidades” que te brindaba facebook. Comencé, lo admito, a usarlo compulsivamente y me envicié con más de uno de sus juegos online (supongo que para eso están diseñados, para que la gente se haga adicta). Pero el amor solo duró 2 meses (aunque hace un mes tuve una recaída; la mente a veces es débil y las capacidades de persuasión de estos juegos, créanme, muy poderosas). Sin embargo no todo fue en vano, en ese tiempo pude darme cuenta de una de las cosas esenciales de FB: el grado de idiotez de la gente que lo utiliza. No de toda la gente, sino de la gran mayoría.
Lo normal sería, no sé, utilizar el espacio para avisarle algo a alguien, para colgar un video que viste y te pareció copado, para poner un fragmento de tu canción preferida, etc. (Y el “etc.” debe entenderse dentro de un espectro de cosas lógicas y esperables). Todo bien. Hasta ahí lo soporto.
Pero otra cosa, muy distinta, es actualizar constantemente tu estado contando lo que estás haciendo. “Cocinando unas ricas milanesas”. “Haciendo el tp. de … (x materia)". ”Me fui a laburar”. “Me voy a comer con los chicos/as”. ”Con … (tal persona) mirando la tele”. “Al cine con .. (x)”. ”Hoy a … (x boliche)”. Detallan cada minuto de sus vidas con una precisión, dios mío, increíble. Y no me extrañaría que un día de estos alguien publique “En el baño, con una terrible diarrea”. El abanico de posibilidades es muy amplio e insólito. Doy fe.
Pero no gente, posta: a quién le importa?
Respuesta: al resto de ellos. A los que, como ellos, aplican esa misma metodología. Mientras que se toman un recreíto de contar lo que hacen o dejan de hacer, aprovechan para ver qué hacen los demás. Y yo, como muchos otros, sufren (sufría) como cuando te tenés que bancar el humo del que te fuma al lado (en el caso de que no seas fumador). Porque FB también tiene sus cosas buenas: podés “seguir” tus series o artistas / bandas preferidas y enterarte de las novedades. Pero… a qué precio? Tener que comerse toda esa vorágine de idiotez, solo para leer una o dos cosas que valen la pena es demasiado. La estupidez no conoce de obstáculos, aquí si aplica la frase “el cielo es el límite”. Y dirán "Y ahora, quién podrá defenderme?" El Chapulín Colorado no puede, ya es víctima del nefasto sistema de grupos de FB.
¿Es este el fin?
No. Cuando todo parece perdido, ahí es cuando el buen José Facebook también nos tira unas migajas a los “normales” -creo que como no formo parte del grupo que describí en toda la nota, más que normal, soy un raro o al menos un anti-social, pero bueno...- y nos da (con lástima) la opción de armar listas de contactos.
Te toma un buen rato, pero lo vale. Te armás tu listita, que sabés que vas a consultar siempre, y problema resuelto. La próxima vez que entres a FB recurrís a tu hermosa técnica de supervivencia y te enterás solo de lo que te querés enterar y no de si a Fulanito se le quemó la ensalada mientras se sacaba fotos para actualizar su perfil.
Esto sigue, lamentablemente.
PD:
This obra by Nikolai is licensed under a Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported License.
¿Por qué lo tengo? Porque como el celular, por más que lo aborrezcas, debés tenerlo (porque el resto del maldito mundo lo tiene, y es eso o convertirte en ermitaño e irte a vivir a la montaña).
Hace tan solo poco más de un año, yo era uno de esos que orgulloso decía: NO TENGO FACEBOOK (y me la banco!). Me sentía más “especial” perteneciendo a la minoría. Era como no "venderse" y ser realmente libre de todo. (Y esto de la libertad es un tema aparte).
Varios me decían: “Ya vas a caer” como si de algo inevitable se tratase. Hasta que pasó. Llegó el momento en el que caí (y por eso hoy estoy escribiendo este post).
Unos compañeros de la universidad habían filmado un video, supuestamente, graciosísimo y como yo no tenía facebook no podía verlo. Me insistieron (e incluso aplicaron complicadas técnicas de convencimiento) hasta que me abrí una cuenta porque quería saber de qué tanto hablaban*.
Del video en cuestión ya ni recuerdos tengo, así de bueno debe haber sido. Pero lo importante es que había ingresado al maléfico mundo de las redes sociales.
En un primer momento, me entretuve y me la pasé de perlas “descubriendo” todas las “posibilidades” que te brindaba facebook. Comencé, lo admito, a usarlo compulsivamente y me envicié con más de uno de sus juegos online (supongo que para eso están diseñados, para que la gente se haga adicta). Pero el amor solo duró 2 meses (aunque hace un mes tuve una recaída; la mente a veces es débil y las capacidades de persuasión de estos juegos, créanme, muy poderosas). Sin embargo no todo fue en vano, en ese tiempo pude darme cuenta de una de las cosas esenciales de FB: el grado de idiotez de la gente que lo utiliza. No de toda la gente, sino de la gran mayoría.
Lo normal sería, no sé, utilizar el espacio para avisarle algo a alguien, para colgar un video que viste y te pareció copado, para poner un fragmento de tu canción preferida, etc. (Y el “etc.” debe entenderse dentro de un espectro de cosas lógicas y esperables). Todo bien. Hasta ahí lo soporto.
Pero otra cosa, muy distinta, es actualizar constantemente tu estado contando lo que estás haciendo. “Cocinando unas ricas milanesas”. “Haciendo el tp. de … (x materia)". ”Me fui a laburar”. “Me voy a comer con los chicos/as”. ”Con … (tal persona) mirando la tele”. “Al cine con .. (x)”. ”Hoy a … (x boliche)”. Detallan cada minuto de sus vidas con una precisión, dios mío, increíble. Y no me extrañaría que un día de estos alguien publique “En el baño, con una terrible diarrea”. El abanico de posibilidades es muy amplio e insólito. Doy fe.
Pero no gente, posta: a quién le importa?
Respuesta: al resto de ellos. A los que, como ellos, aplican esa misma metodología. Mientras que se toman un recreíto de contar lo que hacen o dejan de hacer, aprovechan para ver qué hacen los demás. Y yo, como muchos otros, sufren (sufría) como cuando te tenés que bancar el humo del que te fuma al lado (en el caso de que no seas fumador). Porque FB también tiene sus cosas buenas: podés “seguir” tus series o artistas / bandas preferidas y enterarte de las novedades. Pero… a qué precio? Tener que comerse toda esa vorágine de idiotez, solo para leer una o dos cosas que valen la pena es demasiado. La estupidez no conoce de obstáculos, aquí si aplica la frase “el cielo es el límite”. Y dirán "Y ahora, quién podrá defenderme?" El Chapulín Colorado no puede, ya es víctima del nefasto sistema de grupos de FB.
¿Es este el fin?
No. Cuando todo parece perdido, ahí es cuando el buen José Facebook también nos tira unas migajas a los “normales” -creo que como no formo parte del grupo que describí en toda la nota, más que normal, soy un raro o al menos un anti-social, pero bueno...- y nos da (con lástima) la opción de armar listas de contactos.
Te toma un buen rato, pero lo vale. Te armás tu listita, que sabés que vas a consultar siempre, y problema resuelto. La próxima vez que entres a FB recurrís a tu hermosa técnica de supervivencia y te enterás solo de lo que te querés enterar y no de si a Fulanito se le quemó la ensalada mientras se sacaba fotos para actualizar su perfil.
Esto sigue, lamentablemente.
PD:
- No me la doy de intelectual, solo tengo acceso a internet (como la mayoría de los usuarios de facebook).
- Perdón si por momentos me puse muy "comillero".
*la curiosidad mató al gato.
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jueves, 2 de diciembre de 2010
De vuelta al ruedo
Desde el día que vi a Paul McCartney tocar en River mi vida cambió. Sé que suena boluda la idea... No la idea, más bien la frase, pero es la verdad.
Desde el día que vi a Paul dejé, por ejemplo, de jugar a los juegos online que solía jugar diariamente. Y ahora pienso: Qué al pedo eran esos juegos! Porque no ganaba absolutamente nada. Más bien perdía tiempo (que debía emplear en cosas más útiles). Igual, no creo que esta revelación se deba estrictamente al hecho de haber ido al recital. Nada más me di cuenta de esto y lo quería compartir… (Estoy buscando excusas para volver a escribir y agarré para este lado). ¿Cuántas cosas hacemos que en realidad no sirven para nada? ¿Me pasa a mí solamente? Si es así, debe ser porque por lo general no tengo nada importante para hacer. Aunque… En realidad sí, tengo cosas importantes para hacer pero no me llaman tanto la atención. Esto debe tener una razón, pero una de esas demasiado profundas a la que uno no llega así de fácil. Pero no nos detengamos acá, sería empezar a caminar en círculos.
Volvamos.
Dejé de escribir (no sé a quién estoy explicándole esto, porque dudo que alguien me lea más allá de mis amigos que me leen más por compromiso que por otra cosa) porque, por más inverosímil que suene, no tenía tiempo. La universidad se volvió un terrible suplicio y no tenía ni un rato para sentarme a garabatear nada. Y la inspiración literaria, que nunca fue tal, ya no llegaba porque la cabeza estaba en otras cosas. Pero me dio / me da, pues, lástima abandonar esta actividad. He aquí el núcleo de la situación: quiero seguir escribiendo pero… grave problema, no sé qué escribir. En realidad sí sé, pero sería casi cambiar la esencia misma del blog.
Me explico. Me di cuenta de que había dejado de lado el blog (gracias universidad!), pero no quería que esto fuese permanente. Me puse a pensar y “descubrí” que puedo actualizarlo más rápido al costo de cambiar un poco el registro en el que suelo expresarme y hacer todo más coloquial. Escribir uno de esos seudo-poemas que solía colgar me tomaba tiempo (o al menos intentaba dedicarles tiempo) y llegué a la conclusión de que si me siento 5 minutos a escribir sobre algo más trivial, algo más cotidiano (esa es la palabra adecuada) podría publicar más seguido, burlar los obstáculos de la malvada vida académica, y saciar mis necesidades blogger. Ósea: de ahora en más quizás escriba más seguido pero desde una propuesta de temática libre. Y por esto, capaz el blog se vuelva más diario o espacio de reflexión personal. Va a ser algo al estilo de lo que hace mi “blogamiga” Realmente Al Pedo, pero no idéntico. (No te quiero serruchar el piso ni mucho menos Rap… tampoco me da el cuero, tu blog es único! Yo no sé ni cómo hacer un banner). En fin, lo que se extrae de todo esto es: Voy a escribir porque no tengo nada mejor que hacer pero no en carácter (exclusivamente) “literario” sino que hablaré sobre lo que venga (y como venga).
Me despido, no sin antes decir al que se haya leído este hermoso post: Gracias!
Amén.
PD: la universidad ya se terminó y el cambio lo estoy implementando tarde… pero bueno. Ah, y voy a seguir con mis intentos de ser un “escritor de literatura”, solo que voy a evitar los silencios incómodos con post como este.
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martes, 2 de noviembre de 2010
Preludios
Yo soy un Dios maligno
infinitamente poderoso
y como estoy aburrido
te inventaré un amor
te haré quererlo y adorarlo
hasta que lo creas tuyo
y cuando todo parezca dicho
golpearé el timón
me reiré de tus manos
y mataré a tu amor.
infinitamente poderoso
y como estoy aburrido
te inventaré un amor
te haré quererlo y adorarlo
hasta que lo creas tuyo
y cuando todo parezca dicho
golpearé el timón
me reiré de tus manos
y mataré a tu amor.
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sábado, 30 de octubre de 2010
(Sin) Caer en la cuenta
Y yo me doy cuenta que en realidad no estoy escribiendo nada. No estoy diciendo nada. Estoy garabateando con un teclado que seguramente me odia. Tengo los dedos estériles. Son brutos y torpes, y por eso mi teclado hoy sufre. Las lapiceras, las hojas. ¿Cuántas cosas me odian? No tienen vida porque se las estoy negando. Y quién soy yo para hacerles esto. Cada vez estoy más seguro de ser una falla del universo, un apéndice. Uno que se da cuenta de que no es nada.
Mi silla no se mueve. La gente es un haz de luz. La veo pasar. Corren. Yo tengo los pies atornillados al piso. Nunca pude saber ni qué es este piso al que estoy pegado. Tampoco me propuse averiguarlo. Me quiero arrancar los ojos de lo irritados que están. ¿Y con qué razón? En cualquier momento se derriten frente al monitor.
Todavía no dije nada. Ni una palabra que tenga sentido. La gente se sigue moviendo. Y yo recién me doy cuenta… Yo no me muevo.
¿Esperan que les diga algo?
Bienvenidos al momento de eterna desazón.
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Mi silla no se mueve. La gente es un haz de luz. La veo pasar. Corren. Yo tengo los pies atornillados al piso. Nunca pude saber ni qué es este piso al que estoy pegado. Tampoco me propuse averiguarlo. Me quiero arrancar los ojos de lo irritados que están. ¿Y con qué razón? En cualquier momento se derriten frente al monitor.
Todavía no dije nada. Ni una palabra que tenga sentido. La gente se sigue moviendo. Y yo recién me doy cuenta… Yo no me muevo.
¿Esperan que les diga algo?
Bienvenidos al momento de eterna desazón.
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miércoles, 27 de octubre de 2010
Oda a la felicidad
La escribiría, realmente lo haría. Escribiría una extensa oda a la felicidad y me congratularía, no por buen escritor, sino por ser la persona más feliz del mundo. Pero no la voy a escribir. Prefiero caerme en el tan gastado "Una imagen vale más que mil palabras".
Felicidad
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Felicidad
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viernes, 22 de octubre de 2010
Instantánea
Mi cerebro
limitado por una cajita
duerme dentro de su oscuridad
mis pensamientos
prisioneros de mis pensamientos
yo mismo
me encierro en una jaula
y disfruto viéndome morir
mi imaginación
asfixiada
se acerca al azul
se desorbita
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limitado por una cajita
duerme dentro de su oscuridad
mis pensamientos
prisioneros de mis pensamientos
yo mismo
me encierro en una jaula
y disfruto viéndome morir
mi imaginación
asfixiada
se acerca al azul
se desorbita
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jueves, 21 de octubre de 2010
Arañas
Una araña me paralizó con tan solo su mirada
el aire ya no quiso correr en el momento de nuestro encuentro
no era el insecto ordinario que uno esperaría
no era una araña como las miles y una que ya había visto
esa cosa ínfima enervaba mis nervios de tal forma
decidí detenerla, destruirla
decidí ser juez de su suerte (la mía, la nuestra)
y terminar con la incomodidad que su existencia me generaba
decidí darle muerte y volverla solo eco de vida
esa araña
ella perfectamente tranquila
ya sabía qué iba a suceder
qué depararía el futuro de ambos
no era el insecto ordinario que uno esperaría
mi pie cae como el rayo que desordena la noche
quién lo detuviera?
pero conocí de antemano el resultado de mi astucia
de esa araña miles más pequeñas
nacieron
obviamente decidí matarlas
así
miles y miles con cada pisada
cada vez más pequeñas
nacían de una araña anterior
no eran iguales
tampoco distintas
cada vez más arañas me observaban
así cedí ante el sueño
-----------------
Ahora me dominan
no dejaron blanco en mi estúpido cuerpo
amenazan quedarse a vivir
transformarme en una de ellas
para poder desaparecer debajo de algún zapato temeroso
del cual pronto nos reiremos
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el aire ya no quiso correr en el momento de nuestro encuentro
no era el insecto ordinario que uno esperaría
no era una araña como las miles y una que ya había visto
esa cosa ínfima enervaba mis nervios de tal forma
decidí detenerla, destruirla
decidí ser juez de su suerte (la mía, la nuestra)
y terminar con la incomodidad que su existencia me generaba
decidí darle muerte y volverla solo eco de vida
esa araña
ella perfectamente tranquila
ya sabía qué iba a suceder
qué depararía el futuro de ambos
no era el insecto ordinario que uno esperaría
mi pie cae como el rayo que desordena la noche
quién lo detuviera?
pero conocí de antemano el resultado de mi astucia
de esa araña miles más pequeñas
nacieron
obviamente decidí matarlas
así
miles y miles con cada pisada
cada vez más pequeñas
nacían de una araña anterior
no eran iguales
tampoco distintas
cada vez más arañas me observaban
así cedí ante el sueño
-----------------
Ahora me dominan
no dejaron blanco en mi estúpido cuerpo
amenazan quedarse a vivir
transformarme en una de ellas
para poder desaparecer debajo de algún zapato temeroso
del cual pronto nos reiremos
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lunes, 18 de octubre de 2010
Estrella fugaz
Esta noche vi una estrella fugaz
y pensé en vos.
Intentabas entrar en un nuevo mundo.
Un mundo que yo nunca conocí.
Siempre me pregunté si lograste llegar.
Esta noche vi una estrella fugaz
y pensé en vos.
Esta noche vi una estrella fugaz
y pensé en mí.
Si seguía siendo el mismo.
Si alguna vez me convertí en lo que querías que yo fuese.
¿Erré el blanco o me pasé de la línea que solo vos podías ver?
Esta noche vi una estrella fugaz
y pensé en mí.
Escuchá el motor, escuchá la campana
mientras el último camión de bomberos del infierno
va pasando.
Toda la gente buena está rezando.
Es la última tentación, el último informe.
La última vez que podrías escuchar el sermón de la montaña.
La última radio está sonando.
Esta noche vi una estrella fugaz
desaparecer.
Mañana será otro día.
Supongo que ya es tarde para decirte las cosas
que necesitaste escucharme decir.
Esta noche vi una estrella fugaz
desaparecer.
*Nada más que una traducción de una hermosa canción de Dylan.
y pensé en vos.
Intentabas entrar en un nuevo mundo.
Un mundo que yo nunca conocí.
Siempre me pregunté si lograste llegar.
Esta noche vi una estrella fugaz
y pensé en vos.
Esta noche vi una estrella fugaz
y pensé en mí.
Si seguía siendo el mismo.
Si alguna vez me convertí en lo que querías que yo fuese.
¿Erré el blanco o me pasé de la línea que solo vos podías ver?
Esta noche vi una estrella fugaz
y pensé en mí.
Escuchá el motor, escuchá la campana
mientras el último camión de bomberos del infierno
va pasando.
Toda la gente buena está rezando.
Es la última tentación, el último informe.
La última vez que podrías escuchar el sermón de la montaña.
La última radio está sonando.
Esta noche vi una estrella fugaz
desaparecer.
Mañana será otro día.
Supongo que ya es tarde para decirte las cosas
que necesitaste escucharme decir.
Esta noche vi una estrella fugaz
desaparecer.
*Nada más que una traducción de una hermosa canción de Dylan.
jueves, 14 de octubre de 2010
Diálogo
- A veces pienso en las personas...
- ¿Cómo es eso?
- Sí, pienso en las personas... Pero no en términos de personas, sino en términos de consumidores… Un consumidor no es una persona. Es un consumidor. Es una cosa idiota devoradora de cosas idiotas. Los consumidores bien podrían ser caníbales.
- Yo no quiero ser un consumidor.
- Pero lo somos y lo sabés. Aunque no lo queramos es así.
- Que mal.
- Que bronca.
- ¿Qué culpa tendremos nosotros?
- El flaco que escucha esa música en el auto a todo lo que da se piensa que es tan cool.
- Cool… que mal. La gente no debería intentar ser así. Es homónimo de idiota.
- Sos tan poco cool.
- Gracias.
- Que gente rara. Me gustaría preguntarle: “Flaco, ¿por qué escuchas eso?” Tengo mis suposiciones, pero me gustaría escuchar su propia respuesta.
- Quién sabe qué contestaría.
- ¿Nosotros no tendremos alguna clase de complejo de superioridad?
- Puede ser. Nosotros pensamos que somos los despiertos. Ellos se piensan que pueden elegir cuando en realidad se comen lo que, otros más inteligentes, quieren que coman… Bah, “inteligentes” en el sentido de una inteligencia maquiavélica.
- ¿Y si los que estamos mal somos nosotros?
- Podría ser. ¿Habrá que seguir la corriente?
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- ¿Cómo es eso?
- Sí, pienso en las personas... Pero no en términos de personas, sino en términos de consumidores… Un consumidor no es una persona. Es un consumidor. Es una cosa idiota devoradora de cosas idiotas. Los consumidores bien podrían ser caníbales.
- Yo no quiero ser un consumidor.
- Pero lo somos y lo sabés. Aunque no lo queramos es así.
- Que mal.
- Que bronca.
- ¿Qué culpa tendremos nosotros?
- El flaco que escucha esa música en el auto a todo lo que da se piensa que es tan cool.
- Cool… que mal. La gente no debería intentar ser así. Es homónimo de idiota.
- Sos tan poco cool.
- Gracias.
- Que gente rara. Me gustaría preguntarle: “Flaco, ¿por qué escuchas eso?” Tengo mis suposiciones, pero me gustaría escuchar su propia respuesta.
- Quién sabe qué contestaría.
- ¿Nosotros no tendremos alguna clase de complejo de superioridad?
- Puede ser. Nosotros pensamos que somos los despiertos. Ellos se piensan que pueden elegir cuando en realidad se comen lo que, otros más inteligentes, quieren que coman… Bah, “inteligentes” en el sentido de una inteligencia maquiavélica.
- ¿Y si los que estamos mal somos nosotros?
- Podría ser. ¿Habrá que seguir la corriente?
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viernes, 24 de septiembre de 2010
Sobre Nicolás
Dylan dijo alguna vez que las canciones ya están escritas. Están sueltas por ahí. Solo hace falta encontrarlas. Claro que lo dijo en un intento de atenuar, aunque sea un poco, su genialidad. Mas nadie dudaría siquiera un segundo de ella; pero sí, a él alguien lo eligió para tener la sensibilidad necesaria. Sin embargo, en mi opinión, esta idea no se restringe solo a las canciones. Lo creo una obviedad, no es nada brillante lo que digo. Pasa con los cuentos, con los poemas, con las pinturas, con cualquier cosa plausible de ser producida por una persona.
Todo es pensamiento. Y todo pensamiento ya está "dicho" de antemano. Faltan almas gentiles que los encuentren y les den forma.
Me gustaría ser uno de esos que fueron obsequiados con tal poder divino. Yo vivo topándome con espejismos e imitadores. Y cada vez que los encuentro se me rien en la cara. Se descostillan de la risa. Me hacen sentir humillado e inútil.
No soy Borges, no soy Cortázar, no soy Zimmerman, no soy Rimbaud, no soy Lennon, no soy nadie en especial. Soy Nicolás. Solo busco algo que no voy a encontrar.
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Todo es pensamiento. Y todo pensamiento ya está "dicho" de antemano. Faltan almas gentiles que los encuentren y les den forma.
Me gustaría ser uno de esos que fueron obsequiados con tal poder divino. Yo vivo topándome con espejismos e imitadores. Y cada vez que los encuentro se me rien en la cara. Se descostillan de la risa. Me hacen sentir humillado e inútil.
No soy Borges, no soy Cortázar, no soy Zimmerman, no soy Rimbaud, no soy Lennon, no soy nadie en especial. Soy Nicolás. Solo busco algo que no voy a encontrar.
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lunes, 13 de septiembre de 2010
Sobre los tesoros
A riesgo de que se equipare este post a una suerte de entrada de diario personal, planteo el siguiente escenario:
En la búsqueda de unas cosas (unos dibujos que hice hace bastante) en el "arcón de los recuerdos", me di cuenta de que era momento de hacer una reducción del inventario. Se estaba comenzando a llenar todo de tierra y temí que la integridad de los elementos que estaban dentro del arca (léase: la caja de la multifunción, que se banca absolutamente todas) corriera algún peligro. Resolví que era hora del mantenimiento anual. Empecé a sacar todo.
Ahora me doy cuenta (y puede quien lea) de cuál es, aproximadamente, la cantidad de recuerdos (materiales) que guardo. Digo esto por el tamaño de la caja; una caja de multifunción, que dentro de todo es grandecita. En fin, ahí adentro guardo todo tipo de cosas, desde revistas, dibujos, libros, naipes, hasta dvds.
Retomo. Hoy, como ya dije, buscando unas cosas, y con la intención de proteger otras que estaban en “lista de espera”, encontré (siempre supe que estaban ahí, no fue sorpresa encontrármelas) unas hojas que por alguna razón tiempo atrás guardé. Pero hoy debo haberme olvidado de esa razón porque ante la falta de sentido que me representaba mantener guardados unos papeles que nada dicen, que alguna vez envolvieron algún regalo o una carta, las tiré. Hoy no encontré una razón para seguir guardándolas. Y acá viene lo importante del asunto: ¿cuándo algo pasa de ser un recuerdo a ser basura?, algo que no tiene utilidad pero que está ahí juntando polvo (y recuerdo: yo soy alérgico). No digo basura como quien dice "Pedazo de basura" como algo que da asco, sino basura en el sentido de que algo está ahí sin motivo aparente. Algo que no tiene más función práctica que la de estar ahí guardado, ocupando un espacio. Sé bien por qué las guardé cuando las guardé (sin querer contradecirme respecto de lo que dije más arriba), pero hoy ya no me parece que eso alcance, por eso se me tornó inútil seguir atesorándolas.
Estos papeles forman parte, sin embargo, de un conjunto más grande de cosas de las que aún no me puedo desprender. Aunque me siento seguro como para decir que es inminente su pasaje a mejor vida. Son recuerdos de alguien a quien quise demasiado y de quien, a pesar de todo, pretendí memorar hasta el más mínimo detalle. Pero bueno, me empecé a dar cuenta con el desembarazo de estas hojas en cuestión, de otra situación. Porque pasé de tener todos esos recuerdos guardados en una caja, que estaba adentro de LA caja, a ponerlos en un folio (porque entran cómodamente en un folio) y dentro del folio sí en la caja original, la más grande. Entonces, vuelvo al planteo original, ¿qué es lo que lleva a uno a decir un día cualquiera "Esto lo voy a guardar de recuerdo"? y un par de años después, en el mejor de los casos, pensar "¿Para qué caranchos guardé esto?". ¿Qué es lo que hace de algo digno de ser recordado y luego le quita tal honor para volverlo totalmente dispensable? Hay algo en el medio. ¿Será el tiempo? ¿Será que uno efectivamente madura? ¿Será que cambié desde aquel día hasta ahora? La respuesta, al menos a esta última cuestión, es SÍ. Es una obviedad, 3 años atrás (quiero suponer) no era el mismo que soy ahora. Era más joven y mucho más ingenuo (quiero suponer). Me importaban otras cosas quizás. Espero haber cambiado para mejor. Ser más fuerte respecto de ciertas cosas, más independiente respecto de otras, pero sospecho que en esencia uno no cambia; de acá a 10 o 20 años más, hay cosas que no cambiaré. Esencia. A las cosas más superficiales se las lleva el viento, como pregona el sentido común. Pero se las lleva porque no eran pilares. Porque no tenían el peso necesario, aunque hicieron de nosotros lo que en definitiva somos.
Por eso digo, otra vez, que nuestra esencia se mantiene intacta. Quiero creerlo así. Aunque lo importante o gracioso (o triste) de todo esto es que, ordenando, me pusiera a pensar en este problema filosófico de (según quién opine) baja calaña. Reflexionar en torno a la llegada de un día en el que podemos desprendernos de cosas que antes no lo hubiésemos siquiera considerado. Y caer en la cuenta de que a otras, caso "mudanza de una caja a un folio", cuesta más despedirlas. Pero creo que el hecho de trasladar recuerdos de una caja a un folio denota una reducción, de eso que se recuerda, en la escala de "valor conmemorativo". Así es que concluyo que todo este proceso muestra, efectivamente, un cambio personal. Superación (¿dulce superación?). Depende de cómo se maneje cada uno, si con la cabeza o con el corazón; pero se produce una inflexión en estos momentos de los que hablo, que arrastran todo un bagaje de situaciones vividas buenas y malas (esto es, recuerdos). Algo que me era elemental ahora ya no lo es; si bien se mantiene presente, pasó a un orden de importancia más bajo.
Pasa.
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En la búsqueda de unas cosas (unos dibujos que hice hace bastante) en el "arcón de los recuerdos", me di cuenta de que era momento de hacer una reducción del inventario. Se estaba comenzando a llenar todo de tierra y temí que la integridad de los elementos que estaban dentro del arca (léase: la caja de la multifunción, que se banca absolutamente todas) corriera algún peligro. Resolví que era hora del mantenimiento anual. Empecé a sacar todo.
Ahora me doy cuenta (y puede quien lea) de cuál es, aproximadamente, la cantidad de recuerdos (materiales) que guardo. Digo esto por el tamaño de la caja; una caja de multifunción, que dentro de todo es grandecita. En fin, ahí adentro guardo todo tipo de cosas, desde revistas, dibujos, libros, naipes, hasta dvds.
Retomo. Hoy, como ya dije, buscando unas cosas, y con la intención de proteger otras que estaban en “lista de espera”, encontré (siempre supe que estaban ahí, no fue sorpresa encontrármelas) unas hojas que por alguna razón tiempo atrás guardé. Pero hoy debo haberme olvidado de esa razón porque ante la falta de sentido que me representaba mantener guardados unos papeles que nada dicen, que alguna vez envolvieron algún regalo o una carta, las tiré. Hoy no encontré una razón para seguir guardándolas. Y acá viene lo importante del asunto: ¿cuándo algo pasa de ser un recuerdo a ser basura?, algo que no tiene utilidad pero que está ahí juntando polvo (y recuerdo: yo soy alérgico). No digo basura como quien dice "Pedazo de basura" como algo que da asco, sino basura en el sentido de que algo está ahí sin motivo aparente. Algo que no tiene más función práctica que la de estar ahí guardado, ocupando un espacio. Sé bien por qué las guardé cuando las guardé (sin querer contradecirme respecto de lo que dije más arriba), pero hoy ya no me parece que eso alcance, por eso se me tornó inútil seguir atesorándolas.
Estos papeles forman parte, sin embargo, de un conjunto más grande de cosas de las que aún no me puedo desprender. Aunque me siento seguro como para decir que es inminente su pasaje a mejor vida. Son recuerdos de alguien a quien quise demasiado y de quien, a pesar de todo, pretendí memorar hasta el más mínimo detalle. Pero bueno, me empecé a dar cuenta con el desembarazo de estas hojas en cuestión, de otra situación. Porque pasé de tener todos esos recuerdos guardados en una caja, que estaba adentro de LA caja, a ponerlos en un folio (porque entran cómodamente en un folio) y dentro del folio sí en la caja original, la más grande. Entonces, vuelvo al planteo original, ¿qué es lo que lleva a uno a decir un día cualquiera "Esto lo voy a guardar de recuerdo"? y un par de años después, en el mejor de los casos, pensar "¿Para qué caranchos guardé esto?". ¿Qué es lo que hace de algo digno de ser recordado y luego le quita tal honor para volverlo totalmente dispensable? Hay algo en el medio. ¿Será el tiempo? ¿Será que uno efectivamente madura? ¿Será que cambié desde aquel día hasta ahora? La respuesta, al menos a esta última cuestión, es SÍ. Es una obviedad, 3 años atrás (quiero suponer) no era el mismo que soy ahora. Era más joven y mucho más ingenuo (quiero suponer). Me importaban otras cosas quizás. Espero haber cambiado para mejor. Ser más fuerte respecto de ciertas cosas, más independiente respecto de otras, pero sospecho que en esencia uno no cambia; de acá a 10 o 20 años más, hay cosas que no cambiaré. Esencia. A las cosas más superficiales se las lleva el viento, como pregona el sentido común. Pero se las lleva porque no eran pilares. Porque no tenían el peso necesario, aunque hicieron de nosotros lo que en definitiva somos.
Por eso digo, otra vez, que nuestra esencia se mantiene intacta. Quiero creerlo así. Aunque lo importante o gracioso (o triste) de todo esto es que, ordenando, me pusiera a pensar en este problema filosófico de (según quién opine) baja calaña. Reflexionar en torno a la llegada de un día en el que podemos desprendernos de cosas que antes no lo hubiésemos siquiera considerado. Y caer en la cuenta de que a otras, caso "mudanza de una caja a un folio", cuesta más despedirlas. Pero creo que el hecho de trasladar recuerdos de una caja a un folio denota una reducción, de eso que se recuerda, en la escala de "valor conmemorativo". Así es que concluyo que todo este proceso muestra, efectivamente, un cambio personal. Superación (¿dulce superación?). Depende de cómo se maneje cada uno, si con la cabeza o con el corazón; pero se produce una inflexión en estos momentos de los que hablo, que arrastran todo un bagaje de situaciones vividas buenas y malas (esto es, recuerdos). Algo que me era elemental ahora ya no lo es; si bien se mantiene presente, pasó a un orden de importancia más bajo.
Pasa.
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viernes, 10 de septiembre de 2010
Escondidas
Adoro verte definir la libertad.
Verte darle forma en tus palabras.
Adoro que pronuncies con tu boca un oasis.
Y que inventes con tus ojos arcoiris.
Adoro que los pájaros sueñen en tu presencia.
Que el viento baile con tu pelo.
Adoro no tener que hablarte con mentiras.
Ni tener que fingir pactos.
Adoro lo que no te conozco
y que la brisa nos vuelva a separar.
Adoro que te escondas en los sonidos
y encontrarnos a orillas de una canción.
Adoro reflejarnos en fotos
que solo nosotros imaginamos.
Adoro que todo lo que digo
desaparezca ante tu sola imagen.
Adoro que sortees los besos
de la lotería que solo yo conozco.
Adoro ser el niño que llora
cuando se pierde en alguno de tus secretos.
Adoro verte colores
que despúes vas a susurrar.
Adoro ver lo que no ven
aquellos que no te adoran.
Adoro que vayas adelante
y que me guies hacia ninguna parte.
Adoro sernos desconocidos
y que los minutos nos hagan nosotros.
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Verte darle forma en tus palabras.
Adoro que pronuncies con tu boca un oasis.
Y que inventes con tus ojos arcoiris.
Adoro que los pájaros sueñen en tu presencia.
Que el viento baile con tu pelo.
Adoro no tener que hablarte con mentiras.
Ni tener que fingir pactos.
Adoro lo que no te conozco
y que la brisa nos vuelva a separar.
Adoro que te escondas en los sonidos
y encontrarnos a orillas de una canción.
Adoro reflejarnos en fotos
que solo nosotros imaginamos.
Adoro que todo lo que digo
desaparezca ante tu sola imagen.
Adoro que sortees los besos
de la lotería que solo yo conozco.
Adoro ser el niño que llora
cuando se pierde en alguno de tus secretos.
Adoro verte colores
que despúes vas a susurrar.
Adoro ver lo que no ven
aquellos que no te adoran.
Adoro que vayas adelante
y que me guies hacia ninguna parte.
Adoro sernos desconocidos
y que los minutos nos hagan nosotros.
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jueves, 9 de septiembre de 2010
Tarde
El hijo de un héroe a un costado.
El hombre impreciso se presenta por correo, y viste de traje.
¿Qué hacer con eso?
¿Cómo evitar asesinar las responsabilidades?
La juventud se va escapando.
La melancolía ayer estuvo presente y me besó.
Ya comienzo a cansarme de tener que malograr todo.
Desperdicio las bondades.
Voy torturando pensamientos.
Voy malogrando granos de arena.
Imito infinitos rayos de agua
que incendian las huellas del pasado.
Las palabras vejan los suspiros de mi alma.
Se vuelven viento.
Es hora de sacar la basura,
las moscas se hacen intermitentes
entre los cadáveres con los que flotamos.
Río abajo caigo. Y las moscas son disparos.
Los fantasmas nos muerden los pies
y la tierra comienza a taparnos.
Hoy voy a rezar en el altar de la montaña.
Directo de algún lado.
Llega el minuto en el que los relojes mueren.
La sangre veda los ojos. El hastío me acuchilla.
La rutina se corona reina. Las fuerzas se desvanecen.
El río se vuelve negro (mi cuerpo se vuelve pesado)
y los peces no resisten las lágrimas.
Frente a tu portal cerrado la vida me deja de hablar.
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El hombre impreciso se presenta por correo, y viste de traje.
¿Qué hacer con eso?
¿Cómo evitar asesinar las responsabilidades?
La juventud se va escapando.
La melancolía ayer estuvo presente y me besó.
Ya comienzo a cansarme de tener que malograr todo.
Desperdicio las bondades.
Voy torturando pensamientos.
Voy malogrando granos de arena.
Imito infinitos rayos de agua
que incendian las huellas del pasado.
Las palabras vejan los suspiros de mi alma.
Se vuelven viento.
Es hora de sacar la basura,
las moscas se hacen intermitentes
entre los cadáveres con los que flotamos.
Río abajo caigo. Y las moscas son disparos.
Los fantasmas nos muerden los pies
y la tierra comienza a taparnos.
Hoy voy a rezar en el altar de la montaña.
Directo de algún lado.
Llega el minuto en el que los relojes mueren.
La sangre veda los ojos. El hastío me acuchilla.
La rutina se corona reina. Las fuerzas se desvanecen.
El río se vuelve negro (mi cuerpo se vuelve pesado)
y los peces no resisten las lágrimas.
Frente a tu portal cerrado la vida me deja de hablar.
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jueves, 2 de septiembre de 2010
440
Subo al colectivo. Hay asientos libres; voy y me siento atrás. En la última fila. Hay 5 butacas una al lado de la otra. Yo me siento en el medio. Puedo ver todo lo que hay, a izquierda y a derecha. Acá tengo perspectiva. A un par de cuadras un auto se frena en medio de la calle. Otros empiezan a tocar bocina. El colectivo hace sonar la suya. Es como si un perro grande le ladráse a uno más chico. El tipo está caliente. Le veo la bronca que se refleja en el retrovisor. Al lado mio la mamá y el nene hablan de los deberes. El colectivo frena porque dos chicos tocaron el timbre. (Ellos ya llegaron). Corro en el poco espacio y me siento solo. Me gusta sentarme solo. Más adelante seguro suben otras personas a ocupar los asientos vacios. Cuadras más tarde (acá el tiempo se mide en cuadras) suben nuevos pasajeros. Son dos. Están algo sucios. Creo que vienen de laburar. Hablan alto. Yo me doy cuenta de que hoy me pude sentar. Soy alguien afortunado, hoy puedo disfrutar del paisaje. Veo los grandes carteles. Me quieren vender tantas cosas. Me venden ofertas de supermercado. Me venden recitales en algún lado. Me venden gente a la que votar.
Si tuviese que comparar, afuera se esconde el frío y adentro vive la tierra. Yo soy alérgico. El colectivo vuelve a parar, pero esta vez para llenarse. Yo hoy me pude sentar. Miro a la gente, pienso en qué piensan. Yo pienso en ellos y pienso en ser poeta. No es fácil. No leí a nadie hablar de un viaje en colectivo. Convengamos que tampoco leí mucho. Quisiera tener otra sensibilidad. Pienso en decir cosas más importantes. Pero no soy ningún genio. Hoy solo puedo hablar de viajar en colectivo. Me gustaría tener otras palabras, las justas. Poderlas manejar como este tipo maneja su colectivo. Poder darle forma a lo que otros solo piensan, a lo que sienten pero no pueden decir. Pero yo no puedo ser un genio, aunque sí hablar de viajar en colectivo. Si cada vez que viajo en uno escribiese un poema sería el autor más prolífico.
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Si tuviese que comparar, afuera se esconde el frío y adentro vive la tierra. Yo soy alérgico. El colectivo vuelve a parar, pero esta vez para llenarse. Yo hoy me pude sentar. Miro a la gente, pienso en qué piensan. Yo pienso en ellos y pienso en ser poeta. No es fácil. No leí a nadie hablar de un viaje en colectivo. Convengamos que tampoco leí mucho. Quisiera tener otra sensibilidad. Pienso en decir cosas más importantes. Pero no soy ningún genio. Hoy solo puedo hablar de viajar en colectivo. Me gustaría tener otras palabras, las justas. Poderlas manejar como este tipo maneja su colectivo. Poder darle forma a lo que otros solo piensan, a lo que sienten pero no pueden decir. Pero yo no puedo ser un genio, aunque sí hablar de viajar en colectivo. Si cada vez que viajo en uno escribiese un poema sería el autor más prolífico.
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domingo, 29 de agosto de 2010
Carta a nadie
El 15 de julio era el cumpleaños de mi mejor amigo, Pablo Mitchells. Como era sábado, habíamos arreglado con los chicos juntarnos en la casa del Flaco a eso de las dos de la tarde, para festejar con un buen asado.
El viernes a la noche me acosté temprano, intenté ser precavido y puse el despertador a las diez; quería dormir un buen rato y ver si podía recuperar algo de lo que no había dormido durante la semana.
La cuestión fue que, quién sabe por qué, el bendito celular no sonó y pasé de largo. Era una menos diez cuando me desperté. Todavía tenía que bañarme y cambiarme, y hasta lo de Pablo tenía (mínimo) una hora en bondi. Iba a tener que apurarme y tener (mucha) suerte con los colectivos para llegar lo menos tarde posible.
En cuestión de diez minutos me bañé, me vestí, desayuné, y salí con la ilusión de llegar a horario.
Afuera, aunque el cielo estaba despejado y el sol pegaba directo en la cabeza, el frió era de película. Pensé que en cualquier momento se congelaría todo. Quise trotar hasta la parada pero, entre el aire frío y mi poco estado físico, me agité y tuve que parar a dos cuadras de casa.
En ese momento, una correntada empezó a bambolear los árboles, y con el silbido del viento de fondo, me sentí en una de esas malas publicidades que hablan de esas casualidades no tan casuales. Y así fue. El viento volvió a soplar, más fuerte esta vez, y como por arte de magia un papel voló contra mi pierna y cayó como peso muerto en frente mío.
Era un sobre, una carta. Primero no quise abrirla, me dio miedo. Dudé un rato, pero al final me arriesgué. No fue lo que hubiese esperado.
"Buenos Aires, 15 de julio de 2010
Estimado:
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El viernes a la noche me acosté temprano, intenté ser precavido y puse el despertador a las diez; quería dormir un buen rato y ver si podía recuperar algo de lo que no había dormido durante la semana.
La cuestión fue que, quién sabe por qué, el bendito celular no sonó y pasé de largo. Era una menos diez cuando me desperté. Todavía tenía que bañarme y cambiarme, y hasta lo de Pablo tenía (mínimo) una hora en bondi. Iba a tener que apurarme y tener (mucha) suerte con los colectivos para llegar lo menos tarde posible.
En cuestión de diez minutos me bañé, me vestí, desayuné, y salí con la ilusión de llegar a horario.
Afuera, aunque el cielo estaba despejado y el sol pegaba directo en la cabeza, el frió era de película. Pensé que en cualquier momento se congelaría todo. Quise trotar hasta la parada pero, entre el aire frío y mi poco estado físico, me agité y tuve que parar a dos cuadras de casa.
En ese momento, una correntada empezó a bambolear los árboles, y con el silbido del viento de fondo, me sentí en una de esas malas publicidades que hablan de esas casualidades no tan casuales. Y así fue. El viento volvió a soplar, más fuerte esta vez, y como por arte de magia un papel voló contra mi pierna y cayó como peso muerto en frente mío.
Era un sobre, una carta. Primero no quise abrirla, me dio miedo. Dudé un rato, pero al final me arriesgué. No fue lo que hubiese esperado.
"Buenos Aires, 15 de julio de 2010
Estimado:
Antes que nada un cordial saludo, anónimo y querido amigo. Si usted está leyendo estas líneas siéntase realmente afortunado.
Dígame, ¿cree usted en el destino? Pues confíe en que este encuentro es mero obrar suyo, se lo permitiré.
Espero, y es mi intención primera, producir algún efecto sobre su persona y, con el correr de esta confesión, cambiar su perspectiva sobre este loco mundo en el que nos toca vivir.
Compréndaseme que siento la fuerte necesidad de hablar sobre algunas cosas que me tienen a mal traer por estos días. Pretendo, a continuación, elaborar un breve listado de críticas a lo que se configura 'vida cotidiana siglo XXI' y sus correspondientes pintorescos y variados (no tanto si se lo piensa detenidamente) personajes.
A diario me encuentro, muy a mi disgusto, con escenas que excitan mi asombro hasta llevarlo a un éxtasis casi homicida de mi razón y mi buen gusto. Definitivamente es momento de aceptar las responsabilidades y denunciar todos los males que acongojan al ser humano, tan elogiado las más de las veces por rayar en la perfección. Es esa la tarea que voluntariamente deseo cumplir.
Pero retomando y pensándolo, sabio fue, cae uno en la cuenta, Voltaire al decir que 'lo perfecto es enemigo de lo bueno'. He aquí el más ilustrador de los ejemplos, ¡el mismísimo hombre! Creatura inmensamente poderosa, capaz de crear belleza, armonía, simetría y otros tantos valores que tengo en buena estima. Aunque está demostrado que a su vez puede ser un eficiente agente de caos y miseria.
No hay duda de que el ente que le haya dado existencia es infinitamente poderoso y magnánimo. Algunos lo llaman Dios. Otros, más escépticos, atribuyen al mismo hombre su propia creación. 'El hombre creó al hombre' dicen. Y quizás así sea, quién lo puede saber. Pero entonces el hombre no sería otra cosa más que una divinidad semi diabólica, intuyo. Sin embargo, indagar sobre los posibles y misteriosos orígenes del hombre no forma parte de la empresa planteada inicialmente, por lo que escojo no perderme en esos bosques.
Quiero hablarle del deplorable estado en el que encuentro al hombre hoy en día. Digo hombre como generalidad, pero entiéndase que me refiero tanto a hombres como a mujeres.
Hay cosas, cada vez más visibles, que me torturan el alma; la dejan al borde de la muerte, le dan un respiro y la vuelven a ultrajar sin ningún remordimiento hasta el límite de lo inverosímil. Y todo, todo culpa de estos nuevos tiempos. De estas nuevas bestias que atacan al indefenso desde ambos flancos.
Los individuos están arrinconados. Eso lo sé. Pero esto tan solo como resultado de un largo proceso. El hombre decidió dejarse arrinconar. Eligió apoltronarse y dejarse llevar por la corriente, fundirse y formar uno con una incierta masa asquerosa de vulgaridad y perversión. Obviamente en lamentable detrimento del espíritu, tan despreciada riqueza.
¿Por dónde comenzar? Hay tanto que maldecir y señalar. Veamos. Se me viene a la mente, en primera instancia, la tecnología. Y sus hijos preferidos. Que repugnante resulta ver a un individuo vivir según los tiempos que determina su teléfono celular. Verlos amar tan diabólico dispositivo. Verlos exclavizarse, por voluntad propia (y de otros más inteligentes), a esos aparatejos despersonalizadores. Todos desviven por el último artilugio en el mercado, por tener ese tan añorado juguete que les permitirá definir su valor como personas.
-¡Qué hermoso celular! ¡Debe haber costado una fortuna!
-¡Así es, me costó un trillón de dólares! ¡Es lo más hermoso que existe sobre la faz de la tierra! Y es mío (ahora seré la envidia del pueblo, seré tan importante, la gente me amará).
¡Idiotas! ¡Infelices! Qué poco valoran la vida. ¡Imbéciles! Cuanta repulsión me causan, un asco totalmente inconcebible para sus insulsas y pequeñas mentes.
Pero estos tipejos no son los peores. Lamentablemente. Tienen padres, que imponen la desfigurada escala de valores que rigen en esta sociedad. Miden el éxito en dinero. ¿Cómo se atreven? Según que tan redituable sea la actividad que desarrollen, serán amados u odiados. Y yo tan solo soy una pobre víctima del destino. No pude elegir ni tiempo ni lugar en el que vivir. Yo que en comparación soy una conciencia superior, que no se ata a sus instintos animales, que es capaz de retrasar el placer inmediato en pos de fines superiores, yo debo compartir mi tiempo vital con estos que deberían ser mis sirvientes.
Forman filas creyéndose independientes. ¿Es que tienen los ojos cerrados? Deberían quitarse las vendas y contemplar la esencia del mundo.
Vienen al caso unos versos de un joven poeta que nadie conoce ni conocerá. Dice:
'Calles vendidas en esta ciudad.
Canciones hechas que la gente va a comprar.
Pantomima. Una ficción de la verdad.
Crees que aquellos te pueden salvar.
Los nuevos poetas de la posteridad.
Le rinden culto a la falsedad.
Pequeños siervos de una maquina.'
Retrato muy aproximado de la seudocultura que viven como propia. A veces, son muy pocas en realidad, consigo despertar a algún siervo de su letargo. Y ven el brillo de las cosas, aquel que descansa más allá de lo superficial. Pero mantenerse en ese estado exige un proceso de sensibilización que les es ajeno y negado. Su entorno, al que día a día se entregan sin resistencia, lo vuelve aún más lejano. Los placeres etéreos no son para cualquiera, y menos todavía para quienes se dejan atropellar por la farsa.
Vienen al caso unos versos de un joven poeta que nadie conoce ni conocerá. Dice:
'Calles vendidas en esta ciudad.
Canciones hechas que la gente va a comprar.
Pantomima. Una ficción de la verdad.
Crees que aquellos te pueden salvar.
Los nuevos poetas de la posteridad.
Le rinden culto a la falsedad.
Pequeños siervos de una maquina.'
Retrato muy aproximado de la seudocultura que viven como propia. A veces, son muy pocas en realidad, consigo despertar a algún siervo de su letargo. Y ven el brillo de las cosas, aquel que descansa más allá de lo superficial. Pero mantenerse en ese estado exige un proceso de sensibilización que les es ajeno y negado. Su entorno, al que día a día se entregan sin resistencia, lo vuelve aún más lejano. Los placeres etéreos no son para cualquiera, y menos todavía para quienes se dejan atropellar por la farsa.
La televisión y la internet arremeten todo el tiempo, para que la cadena que los ahorca no se corte. Hacen de esto un inmenso teatro, pero en un sentido sobradamente malicioso. Un teatro de títeres, que cuando se vuelven inútiles (¿cuándo no lo fueron?) se los desecha sin una segunda consideración. Pero ellos siguen felices. 'Estamos felices'.
Pobres idiotas, tienen la llave que se necesita para la construcción de un reino digno de los cielos, pero prefieren empeñar las herramientas en estúpidos juegos para el ocio.
Los veo aglomerarse tras mensajes sin sentido. Pero les representa una diversión. ¿Acaso me estaré equivocando y mi mente es en realidad la inferior? Porque no entiendo en qué descansa la gracia de esto. No poseen el más mínimo sentido de lo fundamental, de lo feliz, de lo cómico, de lo estético, de lo real. Burdo no significa risa. Exagerado no significa estético. Impuesto no significa feliz. 'Esto' no significa real. No pertenezco a este lugar.
En este escenario todo se puede comprar al menor valor. No soy alguien a quien le valga la idea.
No se dan cuenta de cuánto estorban y molestan. Se abren paso entre un acotado 'nosotros' e interrumpen las ideas, tan manifiestos y ruidosos. Dicen tantas cosas. Categóricamente, inmersos en la nada. Dicen que quiero ser lo que ellos dicen ser. Dicen que pienso cómo hacer las cosas que no quiero hacer. Yo les digo: Basta.
Y al dar la vuelta, otra cara del mismo infierno. La total despreocupación por la ecología. Por donde se mire, basura. El mundo, gigantesco albañal. Ellos ya vivieron su vida. No se proyectan en un futuro, que les contenga, a largo plazo. Pero hermoso, sin duda, el tesoro que heredarán los miserables que están por venir. Miserables, sepa yo hacerme entender, porque, ya desde antes de su tiempo, la miseria los adoptó como hijos propios; sus destinos ya están truncados.
A diestra y siniestra, violencia y traición. Ya no les importa la vida, ni la propia ni la ajena.
El mundo, entonces, se transforma es un individuo que sufre una terrible infección, llamémosla humanidad (ya que a estas alturas, a mi entender, las cortesías son meramente accesorias). Algo se deberá amputar pues la gangrena se ha desatado, expandiéndose velozmente para invadirlo todo, y el proceso se reconoce irrefrenable. Si no se ejecuta algún plan, todo aquí será muerte y ni siquiera los más aptos podremos seguir. Con una investigación no demasiado exhaustiva, uno llega a la conclusión de que un órgano está seriamente comprometido; un órgano está pudriéndose. Hecho aciago. Algún medicucho intentará extirparlo, pero lamento decir que este órgano del que les hablo no es otro más que el corazón. Y como todos sabemos, sin corazón... no hay vida.
Así, el estado de las cosas: ¿mala fortuna? Solo usted sabrá responder.
Ya a modo de despedida le doy mis más sinceros afectos. Y agradezco eternamente su tiempo. Espero que con el correr de esta misiva usted haya mutado (yo mismo he cambiado desde mi primera palabra hasta aquí) desde aquél individuo grotesco, al que aborrezco desde el comienzo, hasta convertirse en ese ser hermoso cuasi intelectual que adorne con razonamientos este triste y vil paisaje humano siglo XXI.
Sinceramente suyo, el sociópata."
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viernes, 27 de agosto de 2010
Ella
Cuando ella se fue, él creyó que estaba solo. No quedaba nadie en el mundo. Ya no sabía a qué temer. La noche lo atacó, lo lastimó, y creyó morirse solo. Descreyó de todo lo que veía, y decidió escapar de si mismo.
Ese lunes, la televisión y la radio estaban prendidas, las mentiras llovían a cántaros. Empapado, la intención era desaparecer; volver a encontrarla, otra vez.
Inmerso en el sueño de la oscuridad sintió terror de siquiera pensar. Intentó huir, pero no podía abandonar los círculos.
"¿Cuándo llegará el momento de la verdad? ¿Cuándo pasará todo este dolor? ¿Cuándo volveré a estar con ella? Los otros que miran no entienden, ni van a entender" se repetía nervioso.
Cuando la lágrima al fín acarició el suelo, apretó el gatillo.
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Ese lunes, la televisión y la radio estaban prendidas, las mentiras llovían a cántaros. Empapado, la intención era desaparecer; volver a encontrarla, otra vez.
Inmerso en el sueño de la oscuridad sintió terror de siquiera pensar. Intentó huir, pero no podía abandonar los círculos.
"¿Cuándo llegará el momento de la verdad? ¿Cuándo pasará todo este dolor? ¿Cuándo volveré a estar con ella? Los otros que miran no entienden, ni van a entender" se repetía nervioso.
Cuando la lágrima al fín acarició el suelo, apretó el gatillo.
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jueves, 26 de agosto de 2010
Femenina
Allá, lejos, los negruzcos y pálidos críticos vociferan con lanzas de fuego tu inocencia. Y vos te movés al ritmo de la locura que susurran los jueces (no) imparciales. Te defienden porque no se hace daño al que ya está muerto.
Una cara de tristeza, dibujada (desgarrada) con los colmillos, se hace presente en cuanto lugar vos pises. Y los ángeles no dejan de llorar; ni la fuerza les imprime una sonrisa. Y ahí vas; haciendo gestos que señalan, a los lados, los desastres de los que sos capaz. Y te encanta. Y es tu orgullo.
Pero mantenerte en vilo, mientras digo lo que digo, es una gracia que nunca voy a poder dominar. Sin embargo, en los terrenos baldíos de tu imaginación, algunas palabras funcionan. Otras forman cadavéricas ondulaciones que, en tu boca infectada de silencio, bailan en el aquelarre del olvido conjurando el placer que el viento te dio la noche que el rayo lastimó el cielo.
Y en los balcones, cuando la madrugada muere, no muy lejos de acá, aparecen los pájaros que carroñan dolores mudos. Te encanta ir a verlos, y sabés que ellos te devuelven la mirada, mientras se pelean por el último bocado. Brillan, opacos, y gritan casi con voz humana; tienen la voz del que sufre una miserable soledad. Y vos te regodeás, y grabás en tu memoria el momento en el que alguna ilusión es tapada por el velo de la eternidad. Ese velo que dice Fín.
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Una cara de tristeza, dibujada (desgarrada) con los colmillos, se hace presente en cuanto lugar vos pises. Y los ángeles no dejan de llorar; ni la fuerza les imprime una sonrisa. Y ahí vas; haciendo gestos que señalan, a los lados, los desastres de los que sos capaz. Y te encanta. Y es tu orgullo.
Pero mantenerte en vilo, mientras digo lo que digo, es una gracia que nunca voy a poder dominar. Sin embargo, en los terrenos baldíos de tu imaginación, algunas palabras funcionan. Otras forman cadavéricas ondulaciones que, en tu boca infectada de silencio, bailan en el aquelarre del olvido conjurando el placer que el viento te dio la noche que el rayo lastimó el cielo.
Y en los balcones, cuando la madrugada muere, no muy lejos de acá, aparecen los pájaros que carroñan dolores mudos. Te encanta ir a verlos, y sabés que ellos te devuelven la mirada, mientras se pelean por el último bocado. Brillan, opacos, y gritan casi con voz humana; tienen la voz del que sufre una miserable soledad. Y vos te regodeás, y grabás en tu memoria el momento en el que alguna ilusión es tapada por el velo de la eternidad. Ese velo que dice Fín.
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lunes, 23 de agosto de 2010
Positivamente la calle 4
Vos sí que tenés cara
para decir que sos mi amigo.
Cuando yo estaba deprimido
vos te quedaste ahí sonriendo.
Vos sí que tenés cara
para decir que tenés una mano para ayudar.
Lo único que querés es estar
del lado ganador.
Decís que te decepcioné
y sabés que no es así.
Si estás tan lastimado,
¿por qué no lo demostrás?
Decís que perdiste tu fe,
pero de eso no se trata.
No tenías fe que perder,
y lo sabés.
Conozco la razón
por la que hablás a mis espaldas.
Yo solía estar entre esa multitud
en la que ahora vos estás.
Me tomás por tarado
al pensar que haría amistad
con quien intenta esconder
lo que ni siquiera sabe empezar.
Me ves en la calle
y siempre actuás sorprendido.
Decís "¿Cómo estás?" "Buena suerte"
pero no lo decís en serio.
Cuando, como yo, bien sabés
que preferirías verme paralizado.
¿Por qué no lo reconocés de una vez
y lo gritás?
No, no me siento tan bien
cuando veo las angustias que fingís.
Si fuera un ladrón maestro
quizás te las robaría.
Y ahora sé que no estás a gusto
con tu posición y tu lugar.
¿No lo entendés?
No es mi problema.
Desearía, aunque sea por una vez,
que pudieses estar en mis zapatos.
Y solo por ese momento
yo podría ser vos.
Sí, desearía que, aunque sea solo una vez,
pudieses estar en mis zapatos.
Entenderías el fastidio que es
tener que verte.
*Nada más que una traducción de una genial canción de Dylan.
para decir que sos mi amigo.
Cuando yo estaba deprimido
vos te quedaste ahí sonriendo.
Vos sí que tenés cara
para decir que tenés una mano para ayudar.
Lo único que querés es estar
del lado ganador.
Decís que te decepcioné
y sabés que no es así.
Si estás tan lastimado,
¿por qué no lo demostrás?
Decís que perdiste tu fe,
pero de eso no se trata.
No tenías fe que perder,
y lo sabés.
Conozco la razón
por la que hablás a mis espaldas.
Yo solía estar entre esa multitud
en la que ahora vos estás.
Me tomás por tarado
al pensar que haría amistad
con quien intenta esconder
lo que ni siquiera sabe empezar.
Me ves en la calle
y siempre actuás sorprendido.
Decís "¿Cómo estás?" "Buena suerte"
pero no lo decís en serio.
Cuando, como yo, bien sabés
que preferirías verme paralizado.
¿Por qué no lo reconocés de una vez
y lo gritás?
No, no me siento tan bien
cuando veo las angustias que fingís.
Si fuera un ladrón maestro
quizás te las robaría.
Y ahora sé que no estás a gusto
con tu posición y tu lugar.
¿No lo entendés?
No es mi problema.
Desearía, aunque sea por una vez,
que pudieses estar en mis zapatos.
Y solo por ese momento
yo podría ser vos.
Sí, desearía que, aunque sea solo una vez,
pudieses estar en mis zapatos.
Entenderías el fastidio que es
tener que verte.
*Nada más que una traducción de una genial canción de Dylan.
viernes, 20 de agosto de 2010
Ciclos
Alguien muere ahogado
en una habitación obscura.
En un lugar que nadie conoce.
En una calle que nadie camina.
En los restos de una ciudad que pocos recuerdan.
Alguien muere ahogado
en sus propias lágrimas,
que no se dejan saborear
por la tristeza de no ser nadie
para nadie.
Por el enfado de alejarse
y ser desconocido,
aún en un reflejo.
Lejos.
Donde ni un tren de sonido llega.
Donde ni los pájaros se atreven a entrar
y al diablo le da asco mirar,
porque las lágrimas
lo ocupan todo.
En un punto,
bajo un farol
que se derrite sobre aureolas,
apenas se divisa una figura.
Hija del destino,
que ya no recuerda a su primogénita.
Que la olvidó en una curva de la carretera.
A las cuatro de una tarde de domingo.
Ahí por el sur.
Adonde regresan algunos a morir,
en paz consigo mismos.
Para cerrar el telón
sin recibir aplauso.
Pero nunca se está realmente solo.
Alguien muere en otro lado.
En ese segundo exacto.
Cuando el universo se equilibra,
y trae las cosas nuevas
a ocupar viejos espacios,
que la tristeza limpia y abandona.
Y así, las lágrimas se secan.
Y así, todo vuelve a empezar.
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en una habitación obscura.
En un lugar que nadie conoce.
En una calle que nadie camina.
En los restos de una ciudad que pocos recuerdan.
Alguien muere ahogado
en sus propias lágrimas,
que no se dejan saborear
por la tristeza de no ser nadie
para nadie.
Por el enfado de alejarse
y ser desconocido,
aún en un reflejo.
Lejos.
Donde ni un tren de sonido llega.
Donde ni los pájaros se atreven a entrar
y al diablo le da asco mirar,
porque las lágrimas
lo ocupan todo.
En un punto,
bajo un farol
que se derrite sobre aureolas,
apenas se divisa una figura.
Hija del destino,
que ya no recuerda a su primogénita.
Que la olvidó en una curva de la carretera.
A las cuatro de una tarde de domingo.
Ahí por el sur.
Adonde regresan algunos a morir,
en paz consigo mismos.
Para cerrar el telón
sin recibir aplauso.
Pero nunca se está realmente solo.
Alguien muere en otro lado.
En ese segundo exacto.
Cuando el universo se equilibra,
y trae las cosas nuevas
a ocupar viejos espacios,
que la tristeza limpia y abandona.
Y así, las lágrimas se secan.
Y así, todo vuelve a empezar.
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miércoles, 18 de agosto de 2010
Ellas y yo
estoy escribiendo
solo porque me lo piden
las oigo quejarse todo el tiempo
dicen que ya no sé qué hacer con ellas
las miro
casi sin tener que abrir los ojos
ya no sé qué hacer con ellas
a veces sueño con despertar
y darles un motivo
otros días, son mayoría,
tengo ambos puños cerrados
comienzan a ser un problema
ante el enfado generado
preparo una taza de té
ellas prefieren un café
o una experiencia alcalina
según cuentos de otros
de todos modos
saben que voy a negarles mi presencia
no es esa mi ceremonia
son inquietas
las más de las veces
no se dejan retratar
no se dejan pronunciar
no se dejan atrapar
hacen muy complejo este juego
que, aunque derrotado, me hace feliz
lejos de mi casa
admiten ser mejores
en otras manos
admiten mi maltrato
amenazan abandonarme
pero van y vuelven
es extraña sensación
ese péndulo de amor y odio
de momentos y momentos
de cuando los buenos son realmente buenos
y los malos realmente malos
a veces pienso
en lo que estoy haciendo
y las cosas van bien
otros días no
ya no pienso
y las cosas van bien
y esos momentos
quizas no valgan nada
los difíciles
son los más
más valiosos
más cruentos
más necesitados de pasión
o de sueños
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solo porque me lo piden
las oigo quejarse todo el tiempo
dicen que ya no sé qué hacer con ellas
las miro
casi sin tener que abrir los ojos
ya no sé qué hacer con ellas
a veces sueño con despertar
y darles un motivo
otros días, son mayoría,
tengo ambos puños cerrados
comienzan a ser un problema
ante el enfado generado
preparo una taza de té
ellas prefieren un café
o una experiencia alcalina
según cuentos de otros
de todos modos
saben que voy a negarles mi presencia
no es esa mi ceremonia
son inquietas
las más de las veces
no se dejan retratar
no se dejan pronunciar
no se dejan atrapar
hacen muy complejo este juego
que, aunque derrotado, me hace feliz
lejos de mi casa
admiten ser mejores
en otras manos
admiten mi maltrato
amenazan abandonarme
pero van y vuelven
es extraña sensación
ese péndulo de amor y odio
de momentos y momentos
de cuando los buenos son realmente buenos
y los malos realmente malos
a veces pienso
en lo que estoy haciendo
y las cosas van bien
otros días no
ya no pienso
y las cosas van bien
y esos momentos
quizas no valgan nada
los difíciles
son los más
más valiosos
más cruentos
más necesitados de pasión
o de sueños
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domingo, 15 de agosto de 2010
Sobre la vez que estuve muerto
Créanme que una vez estuve muerto.
Y yo no era yo.
Era él.
El mediodía de europa.
La noche de mi patria.
Era todo un soñador.
Acaricié el suelo.
La gente no se podía acercar.
Alguien me sostenía.
Hermoso lugar.
Desafortunadas las circunstancias.
Aunque no lamento el viaje.
A un lado y al otro de la valla, la muerte.
Uno era un soldado. Otro era yo.
Y otro era él, pero no lo sabía.
Mi vida estaba en juego.
Un soldado no podía perder.
Yo aún menos.
Tosí sangre.
Ese soldado debía velar por mí.
Y así lo hizo (aunque en vano).
Sentí morirme.
Sentí el terror ajeno.
Sentí dejar de ser.
De repente estaba afuera del espectáculo.
Vi el cuadro y aprecié su alma.
Pude vernos.
Estaba muriendo y ya no hacía nada para evitarlo.
Pero yo ya no era yo.
Era él.
Nunca estuve muerto.
Pero en ese momento final,
él pudo ver(me) morir.
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Y yo no era yo.
Era él.
El mediodía de europa.
La noche de mi patria.
Era todo un soñador.
Acaricié el suelo.
La gente no se podía acercar.
Alguien me sostenía.
Hermoso lugar.
Desafortunadas las circunstancias.
Aunque no lamento el viaje.
A un lado y al otro de la valla, la muerte.
Uno era un soldado. Otro era yo.
Y otro era él, pero no lo sabía.
Mi vida estaba en juego.
Un soldado no podía perder.
Yo aún menos.
Tosí sangre.
Ese soldado debía velar por mí.
Y así lo hizo (aunque en vano).
Sentí morirme.
Sentí el terror ajeno.
Sentí dejar de ser.
De repente estaba afuera del espectáculo.
Vi el cuadro y aprecié su alma.
Pude vernos.
Estaba muriendo y ya no hacía nada para evitarlo.
Pero yo ya no era yo.
Era él.
Nunca estuve muerto.
Pero en ese momento final,
él pudo ver(me) morir.
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viernes, 13 de agosto de 2010
Tema diez y ocho
Media taza de café helado.
Olvido mediante.
Microondas.
Ocho y veinte de la noche que es mañana.
Microondas.
Ahora es café caliente.
Me quemo la lengua.
Me sale un olor a infancia.
Un trago amargo.
Son 5 para las ocho y veinticinco.
Demasiado ocupado para escuchar entre líneas.
Demasiado.
Es poco.
El eco del tipo que te enamora con la voz.
"Si te viera ahí", dice.
Habla de encuentros y deseos.
Habla de buscarte.
Habla de cosas que quedaron por decir.
Habla de veces que no estuve.
Habla de extrañas visiones musicales.
"¿Dónde estuviste?
El café está helado."
"Fue un descuido.
Me caí en el eco."
Reíte por mí.
"Si te hubiese visto ahí...
seguramente vos no me hubieras visto a mí."
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Olvido mediante.
Microondas.
Ocho y veinte de la noche que es mañana.
Microondas.
Ahora es café caliente.
Me quemo la lengua.
Me sale un olor a infancia.
Un trago amargo.
Son 5 para las ocho y veinticinco.
Demasiado ocupado para escuchar entre líneas.
Demasiado.
Es poco.
El eco del tipo que te enamora con la voz.
"Si te viera ahí", dice.
Habla de encuentros y deseos.
Habla de buscarte.
Habla de cosas que quedaron por decir.
Habla de veces que no estuve.
Habla de extrañas visiones musicales.
"¿Dónde estuviste?
El café está helado."
"Fue un descuido.
Me caí en el eco."
Reíte por mí.
"Si te hubiese visto ahí...
seguramente vos no me hubieras visto a mí."
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viernes, 6 de agosto de 2010
Ellos
Hombre bueno.
Niño eterno.
Ingenuo romántico.
Autoproclamado poeta.
Príncipe autocoronado.
Quiere encarnarse en el genio.
Quiere fluir en el amor del nuevo siglo.
Genio busca ser en algún lugar pérdido.
Genio y príncipe.
Aquí no hay tanto drama antiguo.
Aquí hay otras bestias.
Príncipe y genio.
Romance y maldición.
¿Quién lee las cosas que escribe el maldito?
¿Quién oye las cosas que grita el amor?
¿Quién podría abrazarlos?
Ya nadie.
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Niño eterno.
Ingenuo romántico.
Autoproclamado poeta.
Príncipe autocoronado.
Quiere encarnarse en el genio.
Quiere fluir en el amor del nuevo siglo.
Genio busca ser en algún lugar pérdido.
Genio y príncipe.
Aquí no hay tanto drama antiguo.
Aquí hay otras bestias.
Príncipe y genio.
Romance y maldición.
¿Quién lee las cosas que escribe el maldito?
¿Quién oye las cosas que grita el amor?
¿Quién podría abrazarlos?
Ya nadie.
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miércoles, 4 de agosto de 2010
Voluntad
Estoy a dos pasos del verdugo.
El silbido de su cuchilla es asqueroso y fino.
Y su brillo horrible y enceguecedor.
Estoy acorralado en un rincón del témpano.
A ramas quebradas suena la luz.
Incendio en el bosque, huesos molidos.
Cruje la alumbrada oscuridad.
Alguien se rie en silencio.
Ella se va acercando.
Juega a evitar los charcos de claro.
Me araña la mejilla con la mano esquelética.
Se siente contenta entre la herrumbre y mi reloj.
Su perfume es veneno de confusión nueva.
No sé si es azufre, ¿o será un jardín de flores?
Incómodo por su compañía.
Porque la conozco y no sé quién es.
Por extraños me gustaría hacernos pasar.
Hipócritas y desentendidos.
Como todos.
Pero es dueña de la fuerza del toro embravecido.
En la elegancia lúgubre de su figura
y en la negra sombra que evoca
promete la paz que no tiene precio
con la sola estocada de su pincel.
¡Reina de los colores verdaderos! parece sincera.
Con toda ternura me busca convencer.
Mas de ser ingenuo no es momento y esquivo caer dormido.
Intensa busca mi mirada y me vuelve a hablar.
¡Idiota quien de sus ojeras se enamora!
Hay quienes la buscan en los rincones y pagan los costos que sean necesarios pagar.
Yo solo pienso en evitarla.
Pero no está dicha la última palabra en esta conversación.
Y recuerdo las historias que he de saber,
de bravos y valientes que no temieron.
Ni siquiera en el último de los suspiros.
Me resisto a desaparecer.
En duelo el pincel y lo que queda de esperanza.
Última cruzada. Imperdonable pensar en caer.
¿Qué queda aún por perder si marchito está el corazón?
Pero todavía mi último aliento sigue siendo mío.
La dama que besa de noche elogia mis intentos.
Quisiera permanecer en el lugar al que desde siempre pertenezco.
Y en esta última confesión por qué no admitir el miedo.
Si a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Sería más entretenido narrar un enfrentamiento épico.
De esos en los que los héroes se vuelven héroes.
Pero a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Pero todavía mi voluntad sigue siendo mía.
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El silbido de su cuchilla es asqueroso y fino.
Y su brillo horrible y enceguecedor.
Estoy acorralado en un rincón del témpano.
A ramas quebradas suena la luz.
Incendio en el bosque, huesos molidos.
Cruje la alumbrada oscuridad.
Alguien se rie en silencio.
Ella se va acercando.
Juega a evitar los charcos de claro.
Me araña la mejilla con la mano esquelética.
Se siente contenta entre la herrumbre y mi reloj.
Su perfume es veneno de confusión nueva.
No sé si es azufre, ¿o será un jardín de flores?
Incómodo por su compañía.
Porque la conozco y no sé quién es.
Por extraños me gustaría hacernos pasar.
Hipócritas y desentendidos.
Como todos.
Pero es dueña de la fuerza del toro embravecido.
En la elegancia lúgubre de su figura
y en la negra sombra que evoca
promete la paz que no tiene precio
con la sola estocada de su pincel.
¡Reina de los colores verdaderos! parece sincera.
Con toda ternura me busca convencer.
Mas de ser ingenuo no es momento y esquivo caer dormido.
Intensa busca mi mirada y me vuelve a hablar.
¡Idiota quien de sus ojeras se enamora!
Hay quienes la buscan en los rincones y pagan los costos que sean necesarios pagar.
Yo solo pienso en evitarla.
Pero no está dicha la última palabra en esta conversación.
Y recuerdo las historias que he de saber,
de bravos y valientes que no temieron.
Ni siquiera en el último de los suspiros.
Me resisto a desaparecer.
En duelo el pincel y lo que queda de esperanza.
Última cruzada. Imperdonable pensar en caer.
¿Qué queda aún por perder si marchito está el corazón?
Pero todavía mi último aliento sigue siendo mío.
La dama que besa de noche elogia mis intentos.
Quisiera permanecer en el lugar al que desde siempre pertenezco.
Y en esta última confesión por qué no admitir el miedo.
Si a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Sería más entretenido narrar un enfrentamiento épico.
De esos en los que los héroes se vuelven héroes.
Pero a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Pero todavía mi voluntad sigue siendo mía.
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miércoles, 21 de julio de 2010
Contar
He visto cosas increíbles.
Y fui compañero de los árboles
que me contaron, tormentas mediante,
historias de mejores tiempos.
De cuando el aire era eterno
y no se perdía en la putrefacción.
De cuando el agua era el espejo
en el que se reflejaba lo verdadero.
Cuando la tierra era tierra y no suelo de concreto.
Cuando los caminos eran andados
y pocos eran los viajeros.
He visto a las nubes acariciar las montañas
al nacer temprano el día.
Vi a las hojas ser descanso de lluvia y nieve.
Hasta las vi ser mimadas por los rayos de sol.
He visto a los pimpollos florecer.
A los frutos caer del árbol.
Al pasto, hoy verde ceniciento,
crecer desde la semilla que cayó del pico
del pájaro que estaba de paso.
Vi nacer.
Vi vivir.
Vi morir.
Pude ver al agua escapar de la nube progenitora.
Pude verla correr al encuentro de su amor
y juntos fundirse en un beso que solo sabe de pasión.
Que solo conoce el amor en que dos se hacen uno.
Dos que se funden en un solo ser
a los ojos del resto, que en silencio,
se retuerce de la envidia.
Que sucumbe ante el deseo de vivir algo así.
De tenerlo y poder guardarlo en algún cajón.
En la mesa de luz.
Para ya no tener que sufrir la noche en oscura soledad.
Para que el único abrazo ya no sea el del viento
que se cuela por las hendijas de la persiana.
Para que la ventana ya no vomite el frío sobre la cabeza
y congele los sueños de la madrugada.
Para reírse de las leyes del universo.
Para dejar de ser desconocidos.
Para concluir la búsqueda que forzó atemorizado
el antiguo dios de otros altares.
Para volver a ser uno ellos dos.
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Y fui compañero de los árboles
que me contaron, tormentas mediante,
historias de mejores tiempos.
De cuando el aire era eterno
y no se perdía en la putrefacción.
De cuando el agua era el espejo
en el que se reflejaba lo verdadero.
Cuando la tierra era tierra y no suelo de concreto.
Cuando los caminos eran andados
y pocos eran los viajeros.
He visto a las nubes acariciar las montañas
al nacer temprano el día.
Vi a las hojas ser descanso de lluvia y nieve.
Hasta las vi ser mimadas por los rayos de sol.
He visto a los pimpollos florecer.
A los frutos caer del árbol.
Al pasto, hoy verde ceniciento,
crecer desde la semilla que cayó del pico
del pájaro que estaba de paso.
Vi nacer.
Vi vivir.
Vi morir.
Pude ver al agua escapar de la nube progenitora.
Pude verla correr al encuentro de su amor
y juntos fundirse en un beso que solo sabe de pasión.
Que solo conoce el amor en que dos se hacen uno.
Dos que se funden en un solo ser
a los ojos del resto, que en silencio,
se retuerce de la envidia.
Que sucumbe ante el deseo de vivir algo así.
De tenerlo y poder guardarlo en algún cajón.
En la mesa de luz.
Para ya no tener que sufrir la noche en oscura soledad.
Para que el único abrazo ya no sea el del viento
que se cuela por las hendijas de la persiana.
Para que la ventana ya no vomite el frío sobre la cabeza
y congele los sueños de la madrugada.
Para reírse de las leyes del universo.
Para dejar de ser desconocidos.
Para concluir la búsqueda que forzó atemorizado
el antiguo dios de otros altares.
Para volver a ser uno ellos dos.
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jueves, 15 de julio de 2010
Un día
¿Cómo acomodarme a esta desordenada sensación?
Me impusieron una camisa de fuerza que constriñe toda emoción.
Me ataron de pies a cabeza.
Asesinaron nuestra diversión.
Por la puerta a medio abrir
entra el fresco que no pide permiso.
Tiene el gusto del invierno.
El gusto que el frío deja cuando te agarra de la mano.
En un colchón de hojas secas
me voy a tirar a dormir una siesta
que sepa mitad a tu cariño y mitad a tu belleza,
para despertar renovado a orillas del sol que sale.
Pero hoy te pido que no quememos nada.
Que lo bueno sigue siendo bueno,
aún cuando el cielo se deprima y las palabras no salgan de casa.
Aún cuando lo malo siga siendo malo.
Cuando las ideas se cierren y el puente se deshaga
si querés podés pedir un abrazo.
Pero todo lo que va viene,
y si me confundo voy a correr a tus brazos.
Por más bien que me siente esta camisa
comienza a darme urticaria.
Pero ahora que cuento con vos, somos dos,
va a ser más fácil desabrocharla.
Así que mejor me la saco y la tiro
y me libro de posibles desgracias.
Con tamaño obstáculo lejos
cualquiera recupera eficacia.
Me honraría me acompañes
a mi colchón de hojas doradas,
que sobre el cielo se posa
un escenario de estrellas plateadas.
Ahora que la noche nos abriga
y nos recibe con toda elegancia,
quedémonos sentados,
(dormidos) a esperar la tersa luz del alba.
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Me impusieron una camisa de fuerza que constriñe toda emoción.
Me ataron de pies a cabeza.
Asesinaron nuestra diversión.
Por la puerta a medio abrir
entra el fresco que no pide permiso.
Tiene el gusto del invierno.
El gusto que el frío deja cuando te agarra de la mano.
En un colchón de hojas secas
me voy a tirar a dormir una siesta
que sepa mitad a tu cariño y mitad a tu belleza,
para despertar renovado a orillas del sol que sale.
Pero hoy te pido que no quememos nada.
Que lo bueno sigue siendo bueno,
aún cuando el cielo se deprima y las palabras no salgan de casa.
Aún cuando lo malo siga siendo malo.
Cuando las ideas se cierren y el puente se deshaga
si querés podés pedir un abrazo.
Pero todo lo que va viene,
y si me confundo voy a correr a tus brazos.
Por más bien que me siente esta camisa
comienza a darme urticaria.
Pero ahora que cuento con vos, somos dos,
va a ser más fácil desabrocharla.
Así que mejor me la saco y la tiro
y me libro de posibles desgracias.
Con tamaño obstáculo lejos
cualquiera recupera eficacia.
Me honraría me acompañes
a mi colchón de hojas doradas,
que sobre el cielo se posa
un escenario de estrellas plateadas.
Ahora que la noche nos abriga
y nos recibe con toda elegancia,
quedémonos sentados,
(dormidos) a esperar la tersa luz del alba.
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jueves, 8 de julio de 2010
Apagones
En el último de los callejones en los que una persona debería estar, ahí estaba yo. En un lugar en el que nunca supe andar, ahí me encontraba; como por arte de magia.
Mis pies tenían ruedas. Patines que se podían poner y sacar. Y me los saqué. Decidí dejarlos en un tacho de basura cerca del colegio. La idea era esconderlos hasta nuevo aviso. Hasta el momento en que fuesen otra vez necesarios. Y ahí quedaron… En un lugar seguro.
La noche cayó tan de golpe que no fue real. Después de recorrer las calles que sí conocía, escondiéndome en la oscuridad, llegué adonde ahora me encontraba. Al callejón.
Pero no estaba solo. Estaba con dos de mis amigos. Pero no los conocía. En ese momento eran como humo. Eran parte de un trasfondo. Sin embargo allí estaban.
Ahí en el callejón nosotros tres, solo hasta donde se podía mirar. En el callejón. Y de repente… ya no éramos tres. Éramos cinco. Entre lo poco que pude descifrar de lo que me dijo escuché: “Hola, soy tu fan.” ¿Qué?, le pregunté.
Este callejón, las paredes, no hay aparente salida. Allí estábamos los cinco.
De repente el escenario se abrió y como si una persiana se hubiese levantado amaneció el sol. Sin embargo la sensación de claridad hacía rato habitaba el callejón. ¿En qué momento ocurrió?
Así los cinco, ¿o éramos cuatro? Bueno, estábamos caminando. Ellas dos eran algo más jóvenes. Tenían la sonrisa que podía tener una niña. Pero ellas no eran niñas, aunque eran más jóvenes que nosotros tres. Sonreían. A cada paso sonreían. Y vislumbré cierta malicia.
La atmósfera no me gustaba. Por la vereda, contra la pared, caminábamos. Y ellas atrás. Creo que en un momento eran más de dos. Ellas con su sonrisa de niñas. Creo que llegaron a ser cinco. A estas alturas ya no sé cuantos éramos en total.
En su actitud algo colegial las escuché murmurar. Ese murmullo juvenil que ya no me cae bien. ¿O es que antes no lo percibía tan crudo como ahora? El punto es que se tornó insoportable. “Soy tu fan” repetía una, la más rubia, con los ojos saltones y las mejillas ruborizadas.
Cómo fuimos a parar a esa tienda no lo sé. Es motivo de recurrente reflexión. Me corrijo… lo fue hasta que el mercader me comenzó a hablar. Yo seguía parado en el siglo XXI pero por alguna extraña razón me sentía en otra época, cuando aún no estaba en los planes. En los de nadie.
Comenzó a ofrecerme ropa. Se percataba de su exclusividad. Me estaba vendiendo ropa. Verdaderos harapos. ¿Por qué motivos estaba en una tienda de ropa? Lo miré y pensé: “Sos todo lo que nunca quise ser”. Ellas, a un costado, jugaban a ser modelos. ¿Y mis amigos? Otra vez eran humo. Yo intentaba escapar, y fue contra la vidriera que pensé en correr. Ellas se reían, no se callaban; me acordé de las hienas. ¿Qué hice en otra vida para tener que estar allí? Estaba pagando alguna deuda.
Apagón.
Otra vez estaba con mis amigos. ¿Ellas? Eran historia porque no las volví a ver en ningún lado. Todo estaba destruido. Creí estar en lo que en otra dimensión se supondría que serían los lugares que frecuento. Pero todo se veía destruido, como si estuviese en una película. Me dio miedo. A mis amigos también, lo vi en sus caras.
Entramos en uno de los pasillos. Todo era pasillos. Todo laberinto. Pero podía ver por sobre las paredes. Cuando miraba sentía como si estuviera más alto. No entendí el por qué, pero seguí pensando en lo que estaba sucediendo en ese preciso momento. Miré el teléfono que colgaba en la pared. En el piso algo que salió de alguna boca desafortunada, vómito. Por suerte no sentí ningún olor, pero era grotesco.
Una cortina se corrió. Había mujeres. Me abalancé a sospechar que se trataba de prostitutas. ¿Qué hacía yo en semejante tugurio? Alguien gritó: “Corran”.
Me sentí en el infierno, solo faltaba el olor del azufre. Era el más grotesco retrato de la miseria humana. Era un retrato de excesos. Era tiempo de correr y la idea más acertada fue hacerlo.
Ya en otro lugar, con más verde alrededor, pensé en volver a casa. Ya ni recuerdo cuándo me fui para llegar hasta aquí. Mis amigos no sé qué hicieron pero les grité reprochándoles algo. Yo pensaba en los patines. Me harían más veloz en el escape.
“Tenemos que irnos”, dijo. Vamos a tu casa y después vemos, propuse.
Apagón.
Cuando la luz apareció me sentía atormentado. Estaba solo. Yo solo. Era de día, pero sentí que era la noche más fría y oscura de mi vida. Pensaba en los patines… Y corrí a buscarlos. Ya no estaban. ¿Es que acaso pude equivocarme? ¿Dónde los había dejado? ¿Alguien los robó? Volví a la plaza. Estaba solo.
En un abrir y cerrar de ojos todo cambió. Sentí próxima una estampida, y si no actuaba rápido iba a ser mi fin. Miré para atrás pero no pude correr. Adelante una masa sin forma de gente, a toda velocidad, corrían al grito de “Vamos a matarlos”. ¿A quién querían matar? ¿Por qué? Y lo más importante: ¿Qué hacía yo ahí? ¿Dónde estaban mis amigos?
Recordé que estaba en el siglo XXI, a pesar de toda la barbarie. Pensé que esa gente, de hecho, corría hacia una matanza que los enfrentaría quién sabe a qué (o quién). Y yo estaba solo. Solo y aterrado.
Me acordé del celular, que todo el tiempo estuvo en el bolsillo. Lo busqué pero no hubo éxito. Un escalofrío me recorrió la espalda. Comencé a correr contra la multitud, esquivando los cuerpos. Volaban piedras y botellas, y la sangre se olía en el aire. ¿En qué siglo estaba? ¿En qué lugar estaba? ¿Por qué estaba solo?
¿De qué escenario bíblico y apocalíptico estaba siendo parte? La profecía de autodestrucción se estaba cumpliendo y yo estaba en el epicentro; allí donde todo comenzaba y donde todo (sí, todo) iba a terminar. Sin pensar (o más bien sin atender del todo a mis pensamientos) seguí corriendo y caí en un pozo. Casi en trance y desesperado, completamente aterrado, empecé a arañar el piso. Arañaba el piso y me empezaron a sangrar los dedos. ¿Qué me impulsaba a hacer esto? No lo sabía, pero encontré algo. Encontré un celular. Pensé en llamar a mamá pero no recordaba el número. La desesperación se había vuelto amnesia, y ahora que tenía un celular no podía llamar a nadie.
Levanté la vista, recordando dónde estaba, y la turba enardecida corría hacia mí. De repente el tiempo dejó de responder a su lógica. Todo estaba helado. Nadie se movía. Puedo jurar que los latidos de mi corazón se escuchaban en kilómetros a la redonda. Pensé en mamá y papá, y en mis hermanos. Sabía que el tiempo volvería a correr en cualquier momento. Y yo estaba ahí. Los miré a los ojos, aun inmóviles los cuerpos, y vi que se habían olvidado del amor. Solo emanaban odio, y para colmo de males venían hacia mí. Estaban sobre mí.
El tiempo se descongeló.
Apagón.
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Mis pies tenían ruedas. Patines que se podían poner y sacar. Y me los saqué. Decidí dejarlos en un tacho de basura cerca del colegio. La idea era esconderlos hasta nuevo aviso. Hasta el momento en que fuesen otra vez necesarios. Y ahí quedaron… En un lugar seguro.
La noche cayó tan de golpe que no fue real. Después de recorrer las calles que sí conocía, escondiéndome en la oscuridad, llegué adonde ahora me encontraba. Al callejón.
Pero no estaba solo. Estaba con dos de mis amigos. Pero no los conocía. En ese momento eran como humo. Eran parte de un trasfondo. Sin embargo allí estaban.
Ahí en el callejón nosotros tres, solo hasta donde se podía mirar. En el callejón. Y de repente… ya no éramos tres. Éramos cinco. Entre lo poco que pude descifrar de lo que me dijo escuché: “Hola, soy tu fan.” ¿Qué?, le pregunté.
Este callejón, las paredes, no hay aparente salida. Allí estábamos los cinco.
De repente el escenario se abrió y como si una persiana se hubiese levantado amaneció el sol. Sin embargo la sensación de claridad hacía rato habitaba el callejón. ¿En qué momento ocurrió?
Así los cinco, ¿o éramos cuatro? Bueno, estábamos caminando. Ellas dos eran algo más jóvenes. Tenían la sonrisa que podía tener una niña. Pero ellas no eran niñas, aunque eran más jóvenes que nosotros tres. Sonreían. A cada paso sonreían. Y vislumbré cierta malicia.
La atmósfera no me gustaba. Por la vereda, contra la pared, caminábamos. Y ellas atrás. Creo que en un momento eran más de dos. Ellas con su sonrisa de niñas. Creo que llegaron a ser cinco. A estas alturas ya no sé cuantos éramos en total.
En su actitud algo colegial las escuché murmurar. Ese murmullo juvenil que ya no me cae bien. ¿O es que antes no lo percibía tan crudo como ahora? El punto es que se tornó insoportable. “Soy tu fan” repetía una, la más rubia, con los ojos saltones y las mejillas ruborizadas.
Cómo fuimos a parar a esa tienda no lo sé. Es motivo de recurrente reflexión. Me corrijo… lo fue hasta que el mercader me comenzó a hablar. Yo seguía parado en el siglo XXI pero por alguna extraña razón me sentía en otra época, cuando aún no estaba en los planes. En los de nadie.
Comenzó a ofrecerme ropa. Se percataba de su exclusividad. Me estaba vendiendo ropa. Verdaderos harapos. ¿Por qué motivos estaba en una tienda de ropa? Lo miré y pensé: “Sos todo lo que nunca quise ser”. Ellas, a un costado, jugaban a ser modelos. ¿Y mis amigos? Otra vez eran humo. Yo intentaba escapar, y fue contra la vidriera que pensé en correr. Ellas se reían, no se callaban; me acordé de las hienas. ¿Qué hice en otra vida para tener que estar allí? Estaba pagando alguna deuda.
Apagón.
Otra vez estaba con mis amigos. ¿Ellas? Eran historia porque no las volví a ver en ningún lado. Todo estaba destruido. Creí estar en lo que en otra dimensión se supondría que serían los lugares que frecuento. Pero todo se veía destruido, como si estuviese en una película. Me dio miedo. A mis amigos también, lo vi en sus caras.
Entramos en uno de los pasillos. Todo era pasillos. Todo laberinto. Pero podía ver por sobre las paredes. Cuando miraba sentía como si estuviera más alto. No entendí el por qué, pero seguí pensando en lo que estaba sucediendo en ese preciso momento. Miré el teléfono que colgaba en la pared. En el piso algo que salió de alguna boca desafortunada, vómito. Por suerte no sentí ningún olor, pero era grotesco.
Una cortina se corrió. Había mujeres. Me abalancé a sospechar que se trataba de prostitutas. ¿Qué hacía yo en semejante tugurio? Alguien gritó: “Corran”.
Me sentí en el infierno, solo faltaba el olor del azufre. Era el más grotesco retrato de la miseria humana. Era un retrato de excesos. Era tiempo de correr y la idea más acertada fue hacerlo.
Ya en otro lugar, con más verde alrededor, pensé en volver a casa. Ya ni recuerdo cuándo me fui para llegar hasta aquí. Mis amigos no sé qué hicieron pero les grité reprochándoles algo. Yo pensaba en los patines. Me harían más veloz en el escape.
“Tenemos que irnos”, dijo. Vamos a tu casa y después vemos, propuse.
Apagón.
Cuando la luz apareció me sentía atormentado. Estaba solo. Yo solo. Era de día, pero sentí que era la noche más fría y oscura de mi vida. Pensaba en los patines… Y corrí a buscarlos. Ya no estaban. ¿Es que acaso pude equivocarme? ¿Dónde los había dejado? ¿Alguien los robó? Volví a la plaza. Estaba solo.
En un abrir y cerrar de ojos todo cambió. Sentí próxima una estampida, y si no actuaba rápido iba a ser mi fin. Miré para atrás pero no pude correr. Adelante una masa sin forma de gente, a toda velocidad, corrían al grito de “Vamos a matarlos”. ¿A quién querían matar? ¿Por qué? Y lo más importante: ¿Qué hacía yo ahí? ¿Dónde estaban mis amigos?
Recordé que estaba en el siglo XXI, a pesar de toda la barbarie. Pensé que esa gente, de hecho, corría hacia una matanza que los enfrentaría quién sabe a qué (o quién). Y yo estaba solo. Solo y aterrado.
Me acordé del celular, que todo el tiempo estuvo en el bolsillo. Lo busqué pero no hubo éxito. Un escalofrío me recorrió la espalda. Comencé a correr contra la multitud, esquivando los cuerpos. Volaban piedras y botellas, y la sangre se olía en el aire. ¿En qué siglo estaba? ¿En qué lugar estaba? ¿Por qué estaba solo?
¿De qué escenario bíblico y apocalíptico estaba siendo parte? La profecía de autodestrucción se estaba cumpliendo y yo estaba en el epicentro; allí donde todo comenzaba y donde todo (sí, todo) iba a terminar. Sin pensar (o más bien sin atender del todo a mis pensamientos) seguí corriendo y caí en un pozo. Casi en trance y desesperado, completamente aterrado, empecé a arañar el piso. Arañaba el piso y me empezaron a sangrar los dedos. ¿Qué me impulsaba a hacer esto? No lo sabía, pero encontré algo. Encontré un celular. Pensé en llamar a mamá pero no recordaba el número. La desesperación se había vuelto amnesia, y ahora que tenía un celular no podía llamar a nadie.
Levanté la vista, recordando dónde estaba, y la turba enardecida corría hacia mí. De repente el tiempo dejó de responder a su lógica. Todo estaba helado. Nadie se movía. Puedo jurar que los latidos de mi corazón se escuchaban en kilómetros a la redonda. Pensé en mamá y papá, y en mis hermanos. Sabía que el tiempo volvería a correr en cualquier momento. Y yo estaba ahí. Los miré a los ojos, aun inmóviles los cuerpos, y vi que se habían olvidado del amor. Solo emanaban odio, y para colmo de males venían hacia mí. Estaban sobre mí.
El tiempo se descongeló.
Apagón.
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lunes, 5 de julio de 2010
Buen viaje
Queda un abismo,
un vacío sin color.
Sin luz. Pura sombra.
Queda la nada.
Quedan las manos desnudas.
La sensación de no estar,
de no saber qué hacer ni decir,
como si no estuviese en tierra firme.
Mi memoria queda a merced del viento.
A los caprichos de un soplido que no es nuestro
atadas quedan las imágenes
que antes habían llenado el cuadro.
No nos dimos cuenta
y el trayecto se acabó.
El paisaje estuvo ahí,
pero nunca frené a disfrutarlo.
Llegamos a la cruz en el mapa.
A la línea de meta.
En este último casillero del juego
sentémonos y miremos hacia atrás.
¡Cómo corrieron las horas!
Se estrellaron contra el sol.
Y no velé por ellas. Tampoco las cuidé.
Se cayeron por el agujero en los bolsillos de algún pantalón.
Un vacio del tamaño de un planeta deformó mi corazón.
Me empapa la tristeza con aroma a licor.
Embriagados de alboroto.
Todo por el deseo de escapar de la novela.
Cada vez las ramas se bifurcan más.
Las rutas van abriendo y ensanchando.
Las flechas van cruzando.
Y los viajeros convinieron que es momento del adiós.
"Adiós, ha sido un placer."
"Adiós, un gusto habernos conocido."
Pero todo esto sigue, cada uno por su lado.
Cada uno con su propia aventura.
¿Por qué tanto dolor?
¿Por qué me toca a mí sentir esto?
Es condensación de ardores inesperados
que se agrupan en una nube de tristeza.
Pero damos cuenta de que las cosas cambian
y ya no somos como ayer.
Ayer dolía. Hoy ya pasó.
Así de sensible soy.
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un vacío sin color.
Sin luz. Pura sombra.
Queda la nada.
Quedan las manos desnudas.
La sensación de no estar,
de no saber qué hacer ni decir,
como si no estuviese en tierra firme.
Mi memoria queda a merced del viento.
A los caprichos de un soplido que no es nuestro
atadas quedan las imágenes
que antes habían llenado el cuadro.
No nos dimos cuenta
y el trayecto se acabó.
El paisaje estuvo ahí,
pero nunca frené a disfrutarlo.
Llegamos a la cruz en el mapa.
A la línea de meta.
En este último casillero del juego
sentémonos y miremos hacia atrás.
¡Cómo corrieron las horas!
Se estrellaron contra el sol.
Y no velé por ellas. Tampoco las cuidé.
Se cayeron por el agujero en los bolsillos de algún pantalón.
Un vacio del tamaño de un planeta deformó mi corazón.
Me empapa la tristeza con aroma a licor.
Embriagados de alboroto.
Todo por el deseo de escapar de la novela.
Cada vez las ramas se bifurcan más.
Las rutas van abriendo y ensanchando.
Las flechas van cruzando.
Y los viajeros convinieron que es momento del adiós.
"Adiós, ha sido un placer."
"Adiós, un gusto habernos conocido."
Pero todo esto sigue, cada uno por su lado.
Cada uno con su propia aventura.
¿Por qué tanto dolor?
¿Por qué me toca a mí sentir esto?
Es condensación de ardores inesperados
que se agrupan en una nube de tristeza.
Pero damos cuenta de que las cosas cambian
y ya no somos como ayer.
Ayer dolía. Hoy ya pasó.
Así de sensible soy.
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miércoles, 30 de junio de 2010
3 de invierno de 2 mil frío
Tres de invierno de dos mil frío.
Invierno, otra vez.
Los zapatos ya no abrigan las pisadas.
El viento me corta los labios y cruzo los brazos.
Tanto frío que hasta el alma se me eriza.
El pasto ya no es verde, puro blanco.
Dejó de ser amable la brisa de mi noche.
Dios hoy no va a madrugar.
Las recetas de la abuela comienzan el desfile.
Recomendaciones de papeles amarillos.
Me pierdo en una senda de gripes y resfríos
y casi que caigo contra el suelo.
Mi cabeza va a explotar.
Busco un espacio en el que el sol descanse y me acompañe.
Al resguardo del gélido viento.
Al reparo de los rayos de sol.
Tanto el frío y tan dulce el calor cuando lo pruebo.
Dan ganas de soñar.
La gente no se mira en el tránsito de pies.
Las manos se meten en los sacos.
Gris está el paisaje sentimental
como si las penas volaran y ocuparan los vacíos.
Los gorros de colores se empiezan a apagar.
Café, té, mate. El agua pierde regocijo.
La neblina matinal ahogó los ojos, sofocados andan.
Y las narices rojas... quién las va a robar?
Llego cansado de viajar.
Mesa de guantes y bufandas.
El frío renace y ya no como enemigo.
El frío renace pesadilla de antaño.
Siento la tibieza.
El calor empieza a renovar.
"Decime lo primero que se te venga a la cabeza."
"Hogar, dulce hogar."
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Invierno, otra vez.
Los zapatos ya no abrigan las pisadas.
El viento me corta los labios y cruzo los brazos.
Tanto frío que hasta el alma se me eriza.
El pasto ya no es verde, puro blanco.
Dejó de ser amable la brisa de mi noche.
Dios hoy no va a madrugar.
Las recetas de la abuela comienzan el desfile.
Recomendaciones de papeles amarillos.
Me pierdo en una senda de gripes y resfríos
y casi que caigo contra el suelo.
Mi cabeza va a explotar.
Busco un espacio en el que el sol descanse y me acompañe.
Al resguardo del gélido viento.
Al reparo de los rayos de sol.
Tanto el frío y tan dulce el calor cuando lo pruebo.
Dan ganas de soñar.
La gente no se mira en el tránsito de pies.
Las manos se meten en los sacos.
Gris está el paisaje sentimental
como si las penas volaran y ocuparan los vacíos.
Los gorros de colores se empiezan a apagar.
Café, té, mate. El agua pierde regocijo.
La neblina matinal ahogó los ojos, sofocados andan.
Y las narices rojas... quién las va a robar?
Llego cansado de viajar.
Mesa de guantes y bufandas.
El frío renace y ya no como enemigo.
El frío renace pesadilla de antaño.
Siento la tibieza.
El calor empieza a renovar.
"Decime lo primero que se te venga a la cabeza."
"Hogar, dulce hogar."
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domingo, 27 de junio de 2010
Economics
"La oferta genera su propia demanda". Fue lo único que aprendí de las clases de economía. Y si hay idiotas alguien los va a precisar, al menos así lo entiendo yo.
Una vez conocí una chica. Una vez una chica me conoció. Estuvimos algún tiempo juntos. Ella había estado unos años con un idiota, antes.
Ella me dijo "Necesito a alguien que me trate bien". Yo le dije "Yo te puedo tratar bien". Ella y yo estuvimos juntos por un tiempo. No mucho, pero estuvimos juntos algún tiempo.
Un buen día me dijo "Te amo". Un segundo después le dije "Te amo". Pero Dios sabe que lo hubiese dicho antes. Yo se lo hubiese dicho antes.
Un mal día me dijo "Ya no te amo". Un segundo después le dije "Te amo". Y Dios sabe que lloré. Dios sabe que ya no volví a ser.
"La oferta genera su propia demanda", solo eso aprendí. Y si hay gente que trata mal a la gente habrá, necesariamente, gente a la que le guste que la traten mal.
Ella mintió.
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Una vez conocí una chica. Una vez una chica me conoció. Estuvimos algún tiempo juntos. Ella había estado unos años con un idiota, antes.
Ella me dijo "Necesito a alguien que me trate bien". Yo le dije "Yo te puedo tratar bien". Ella y yo estuvimos juntos por un tiempo. No mucho, pero estuvimos juntos algún tiempo.
Un buen día me dijo "Te amo". Un segundo después le dije "Te amo". Pero Dios sabe que lo hubiese dicho antes. Yo se lo hubiese dicho antes.
Un mal día me dijo "Ya no te amo". Un segundo después le dije "Te amo". Y Dios sabe que lloré. Dios sabe que ya no volví a ser.
"La oferta genera su propia demanda", solo eso aprendí. Y si hay gente que trata mal a la gente habrá, necesariamente, gente a la que le guste que la traten mal.
Ella mintió.
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