lunes, 26 de septiembre de 2011

See you in hell you little punks!

Hoy, anoche o como sea dormí muy mal. Se combinaron varios elementos que nunca dan un resultado feliz. 

Ante todo, esta última semana me encuentro bastante nervioso e irascible a causa de un t.p. (con entrega este jueves) que no me deja vivir tranquilo. La realización de este trabajo en cuestión requiere de la lectura de toneladas de bibliografía que aun hoy, lunes, ni sueño con terminar. En fin, enuncio el factor número uno: los nervios.

Punto dos, relacionado directamente con el punto anterior: de tanto leer se me irritan los ojos y no puedo evitar frotármelos, lo que resulta en una irritación aun peor.

Punto tres: por alguna extraña razón anoche (u hoy) hizo 18 grados de temperatura. Eso, en mi termómetro, es mucho. O sea que me daba vueltas de acá para allá porque tenía mucho calor.

Y el elemento final, la (con acentito francés) Pièce de resístanse, el gran detonante: los mosquitos. Pero no digo “los mosquitos” como quien dice “uno, dos, tres mosquitos”. Digo “los mosquitos” como si dijese “la freakin’ convención anual de mosquitos”, que se dio cita en mi habitación para discutir la agenda nacional y en la que yo venía siendo como una especie de catering para los concurrentes.

Completemos la ecuación:

           Nervios + Ojos irritados + Calor + Los mosquitos = Nico listo para matar a alguien y salir en algún episodio de Criminal Minds.

Todo eso, al cuadrado.

Entre que me quería arrancar los ojos, estaba nervioso, tenía calor, y los mosquitos que me picaban en los brazos y en los dedos, no podía ni pensar en dormir. 

Pero todo hombre tiene sus límites y a las 04:10 yo encontré el mío. Se acabó la joda.

Con toda la determinación me levanté, prendí la luz, y como si fuese Kevin Bacon en esa película que nunca me acuerdo el nombre -esa en la que se rapa y hace percha a todos los que le mataron al hijo- me preparé para terminar con cuanto chupasangre se me pusiese en frente. 

Me sorprendí con la cantidad, eran más de los que hubiese esperado. Pero nada de eso iba a doblegar mi sed de venganza.

La verdad es que me lucí y desplegué todo un arsenal de técnicas destructivas. El clásico “palmeo” o “cachetazo” contra la pared, el letal -y no menos efectivo- “cachetazo a dos manos”, el tan querido y recordado “aplauso”, el vanguardista “lanzamiento del buzo al techo”, y hasta lo que di en llamar “La gran Milinkovic” o mejor conocido como “El remate voleybolero”.

En cuestión de minutos pasé a mejor vida a aproximadamente 15 mosquitos. Fue mi Everest (…).

Victorioso, me fui a la cocina. Ensayé una rápida enjuagada de boca y me coroné campeón con un vaso de Pesi.

Volví a la cama, me deshice de varios quilos de frazadas, y me tiré a “seguir” durmiendo.

Y colorín colorado… Etc., etc., etc.

Moraleja:
               
                Cuando me enojo soy como Hulk. Así que… no me jodan. O piénsenlo 2 veces. Do not mess with me. I'm a badass!
                Ya está saliendo la ley nueva: "El joder a Nico a las 4 am es perjudicial para la salud".

Otras especificaciones:

                Ya están disponibles los derechos para la realización de la película. Yo había pensado en algo así como: “Mosquinator: Destrucción Total. Basada en una historia real”. Creo que Emilio Disi da justo para hacer de mí, pero igual todo esto es una idea inicial. Todo se discute. Incluso había pensado en darle una oportunidad a Marley. Se va viendo.

Inversores? Productores? Cineastas?

Mandenmé un mail y arreglamos.


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viernes, 23 de septiembre de 2011

Refrán

“Al que madruga… Oak le da un charmander.

Y a los boludos que se quedan dormidos les cabe un Pikachu.”


Ash: - Che… y es poderoso éste?
Oak: - Y... mirá… es amarillo y es buena onda…


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martes, 20 de septiembre de 2011

El plan

Quiero ser el monstruo de la década.
Quiero ser totalmente incontrolable.
Ser la mismísima destrucción.

Godzilla moderno, que no deja ciudad en pie.

Los rascacielos sufrirán en mi presencia.
Fluiré en el caos.
Tiraré todo abajo y levantaré un nuevo reino.

Así va a ser mucho mejor.
La gente por fin me va a entender.

Y si no… empezaré de vuelta.


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jueves, 15 de septiembre de 2011

Con dulce de leche


Nada peor que ser una línea recta. Pero eso, sin embargo, no justifica embarcarse en el polo opuesto.

Si hay algo que me da escozor es la gente inconsistente; práctica e ideológicamente. No digo que un cambio en la forma de ver las cosas no venga bien de tanto en tanto; la monotonía, por naturaleza, es un garrón. Y que quede claro (me lavo bien las manos) que ni por asomo afirmo ser el rey de la coherencia, porque nadie –absolutamente nadie- resiste un archivo.

Actuar siempre según lo que uno dice a veces se vuelve insostenible y está permitido panquequear de vez en cuando. Pero tampoco da abusarse. Mucha gente se llena la boca hablando de tal o cual cuestión para, al otro día, sentarse en la vereda del frente y defender -a diestra y siniestra- los valores que (hasta no hacía tanto) detestaba y combatía fervientemente.

Es como, de repente… PUM! Barrilete (barrilete cósmico). Se unen a lo que solían definir como “el lado oscuro de la fuerza”. Y uno, que creía saber que tal persona luchaba por una causa x, ve a este susodicho sujeto (hombre o mujer) y piensa: “Momentito, momentito… Cómo es esto?”

No digo que hay que ser una persona 2+2=4. Pero un poquitito de coherencia con uno mismo no hace mal. Que la inconsistencia no sea tu única práctica consistente. O criticá en voz baja, así mañana no quedás mal a los ojos de los que -como yo- opinamos porque el espacio en blogger es gratis (y lo seguirá siendo -GUIÑO GUIÑO* Facebook-).

Gente panqueque. Cada vez hay más.

(Y la relación dulce de leche-gente no es alentadora. Ponete las pilas Serenísima!).


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domingo, 4 de septiembre de 2011

Cuatro

ADVERTENCIA: el siguiente post es amor puro. 

A esta altura de mi vida me permito decir que, casi 100% seguro, la música es lo que más amo en el mundo. No se me ocurre nada que pueda disputarle o incluso pedirle compartir su posición privilegiada. Y ahí dentro, ahí adentro de esa cosa que tanto amo, están ellos: The Beatles.

Podría escribir tantas palabras, tantas oraciones con y sin sentido. Tantas que me gastaría los caracteres que Blogger me ha destinado a mí y a otros bloggers. Pero incluso así no llegaría a decir ni la mitad de lo que se puede decir de ellos, no diría nada. Porque acá sólo hay posibilidad para los extremos. Para uno solo. Cuando algo es la totalidad, nada que uno pueda decir va a significar algo.

Hay días en los que me ilusiono e ingenuamente creo finalmente haberlos entendido, haber entendido todo. Pero no. Casi automáticamente vuelvo a la realidad, al primer casillero, después de haberme sentido superhumano. Y me decido por la opción más fácil, putearlos.

Entre desconcertado, maravillado, casi drogado o, más específicamente, extasiado, me inclino por putearlos. Irrespetuarlos. No queda otra. O sí, agradecerles por ser lo que son -que vamos, fueron, siguen siendo y serán (más allá de todo cliché)-.

Agradecerles por ser cuatro y dejar que surja esa pregunta boluda e insensata acerca de cuál es el mejor. ¿Importa? Me parece que no, pero admito que a veces participo de esa irreverente comparación, pero puedo despertarme a tiempo y darme cuenta de que hay cosas que son como son y es totalmente inútil querer indagarlas y desglosarlas. El mundo ya es lo suficientemente bueno.

Agradecerles por haber jugado y dejarnos escucharlos y verlos jugar. Supongo que mucho de lo genial de ellos radica en eso. En el juego, en el fluir, en el dejarse ser.

Para mí ellos van a seguir siendo un misterio, y por eso quizás los quiera tanto. Pero no por una inclinación natural de lo humano hacia aquello que no se comprende. Es por ese carácter multiforme que tienen. Cada vez que los escucho son distintos. Cada vez escucho cosas nuevas, mejores, inentendibles, inabarcables. Cada vez que los escucho dejo de ser yo y me convierto en otra cosa. Y vuelvo a escucharlos -ya distinto-, y vuelvo a descubrirlos, y otra vez el cambio; así, en un proceso infinito. Son como algo que provoca a mi cabeza y la exasperan hasta los límites. Y desde allí mi imaginación empieza a ramificarse a velocidades fuera de lo común. Y todo producto de lo que para algunos, que no entienden nada, no es más que “una canción”.

Creo que lo dijo Charly, me acuerdo de habérselo leído a Malosetti, pero creo que lo puede decir cualquiera de nosotros, algo así como “no confies en alguien que dice que no le gustan los Beatles”.

Amen to that.

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