miércoles, 29 de diciembre de 2010

Martes

A las siete de la tarde
todo en mi patio es más naranja.
The sun is waving goodbye.
Hay una jaula para el pájaro invisible,
y los pesados árboles donde se esconden los de verdad.
Las sombras todavía juegan con las paredes blancas.
Los perros te miran.
Escucho a las abejas.
Escucho la lapicera sobre la hoja.
Los autos, las motos, alarmas.
Los nenes del vecino.
La música, el pibe de en frente.
Mi hermana que prende la tele.
El libro me sigue esperando.
El silbido de un pajarito robot.
Otro levanta la cabeza,
mientras pisa las tejas calientes de la casa de atrás.
Un perro viejo que se despierta
y empieza a ladrar.
Los colores de otra pared.
La rosa que va muriendo,
pero igual asoma.
Las uvas verdes.
La madera y el metal
y las hojas y las hormigas
y vos y yo
y ellos y nosotros
y los pájaros y el aire y el sol
y las máquinas y los vecinos.
En mi barrio nadie se calla a las ocho de la noche.

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1 comentario:

Anahi dijo...

Cuando lo empezé a leer me lo imaginé en un escenario de las tres de la tarde. Vos, cagado de calor, en una sombra angosta que te dejaba la mitad de las piernas al sol. Teimaginé como que no dabas más y querías terminar el poema de una vez, e hiciste el final apurado, bien apurado.
Quedó genial la imagen que transmitiste en mi cabeza... hasta que leí "a las ocho de la tarde" y ahí me descoloqué... lo leí otra vez, imaginando las cosas a las ocho de la tarde, pero ya no encajaba nada. Hasta que me dí cuenta que arruiné toda la imágen por no prestar atención al sol diciendo adiós ni "a las siete de la tarde".

Gracias chofer!