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jueves, 17 de noviembre de 2011
Perfil del arte
Revolución de los sentidos.

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martes, 15 de noviembre de 2011
De caras y caretas (y gente estúpida)
Cómo intentar denunciar al caretaje, que se come todo a su
paso, y no quedar como un careta más que se la da de intelectual?

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Es lo más difícil del mundo y me rompo la cabeza todos los
días pensándolo.
Si hago una relectura simplista de Adorno y Horkheimer
puedo darles toda la razón y decirles: estamos cagados, la gente es cada vez más
pelotuda. De todos modos, a los ojos de la crítica frankfurtiana seguramente yo
califico como un pelotudo más, un consumista.
Puedo llegar a admitir parte de eso. Porque en esta
sociedad nadie safa de convertirse en un idiota o al menos comportarse como tal
en algún momento de su vida.
La pelotudez de la gente está a la vista. Abramos FaKebook.
La gente es feliz. La gente es profunda. La gente es… idiota. Basta. No pesa la
careta?
Y peores son los Mesías. Los falsos hippies, los falsos
artistas. Basta. Van arruinando todo con cada letra que escriben en un muro. Dejen
de posar. No tienen nada para decir. Sólo reproducen y quieren ganarse la
admiración del resto de los idiotas que idolatran lo que venga.
Todo está tan forzado. Es increíble como soportan el peso de estar actuando todo el tiempo. No son artistas, no son creativos. Sólo les importa ser cool y que la gente les diga “Wow, sos re artista”. Yo les digo “Son unos pelotudos”. Y digo todo esto a riesgo, bien sabido, de quedar como el que se quiere hacer el renegado (Lorenzo Lamas -platillos por favor-); el que quiere nadar contra la corriente; el que se quiere hacer el crítico, el intelectual; el resentido por no ser popular?; en fin, el cool?
Todo está tan forzado. Es increíble como soportan el peso de estar actuando todo el tiempo. No son artistas, no son creativos. Sólo les importa ser cool y que la gente les diga “Wow, sos re artista”. Yo les digo “Son unos pelotudos”. Y digo todo esto a riesgo, bien sabido, de quedar como el que se quiere hacer el renegado (Lorenzo Lamas -platillos por favor-); el que quiere nadar contra la corriente; el que se quiere hacer el crítico, el intelectual; el resentido por no ser popular?; en fin, el cool?
Basta.
PD: ahora cuelgo esto en FaKebook. Ojalá alguien lo lea y
recapacite un poco. O en su defecto, se sienta como un idiota.
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lunes, 26 de septiembre de 2011
See you in hell you little punks!
Hoy,
anoche o como sea dormí muy mal. Se combinaron varios elementos que nunca dan
un resultado feliz.
Ante todo,
esta última semana me encuentro bastante nervioso e irascible a causa de un t.p.
(con entrega este jueves) que no me deja vivir tranquilo. La realización de
este trabajo en cuestión requiere de la lectura de toneladas de bibliografía
que aun hoy, lunes, ni sueño con terminar. En fin, enuncio el factor número uno: los nervios.
Punto dos,
relacionado directamente con el punto anterior: de tanto leer se me irritan los
ojos y no puedo evitar frotármelos, lo que resulta en una irritación aun peor.
Punto
tres: por alguna extraña razón anoche (u hoy) hizo 18 grados de temperatura. Eso,
en mi termómetro, es mucho. O sea que me daba vueltas de acá para allá porque
tenía mucho calor.
Y el
elemento final, la (con acentito francés) Pièce
de resístanse, el gran detonante: los mosquitos. Pero no digo “los
mosquitos” como quien dice “uno, dos, tres mosquitos”. Digo “los mosquitos”
como si dijese “la freakin’ convención anual de mosquitos”, que se dio cita en
mi habitación para discutir la agenda nacional y en la que yo venía siendo como una
especie de catering para los concurrentes.
Completemos
la ecuación:
Nervios +
Ojos irritados + Calor + Los mosquitos = Nico listo para matar a alguien y salir en algún episodio de Criminal Minds.
Todo eso,
al cuadrado.
Entre que
me quería arrancar los ojos, estaba nervioso, tenía calor, y los mosquitos que
me picaban en los brazos y en los dedos, no podía ni pensar en dormir.
Pero todo hombre tiene sus límites y a las 04:10 yo
encontré el mío. Se acabó la joda.
Con toda
la determinación me levanté, prendí la luz, y como si fuese Kevin Bacon en esa
película que nunca me acuerdo el nombre -esa en la que se rapa y hace percha a
todos los que le mataron al hijo- me preparé para terminar con cuanto chupasangre
se me pusiese en frente.
Me
sorprendí con la cantidad, eran más de los que hubiese esperado. Pero nada de
eso iba a doblegar mi sed de venganza.
La verdad
es que me lucí y desplegué todo un arsenal de técnicas destructivas. El clásico
“palmeo” o “cachetazo” contra la pared, el letal -y no menos efectivo- “cachetazo
a dos manos”, el tan querido y recordado “aplauso”, el vanguardista “lanzamiento
del buzo al techo”, y hasta lo que di en llamar “La gran Milinkovic” o mejor
conocido como “El remate voleybolero”.
En
cuestión de minutos pasé a mejor vida a aproximadamente 15 mosquitos. Fue mi
Everest (…).
Victorioso,
me fui a la cocina. Ensayé una rápida enjuagada de boca y me coroné campeón con
un vaso de Pesi.
Volví a la
cama, me deshice de varios quilos de frazadas, y me tiré a “seguir”
durmiendo.
Y colorín
colorado… Etc., etc., etc.
Moraleja:
Cuando me enojo soy como Hulk. Así
que… no me jodan. O piénsenlo 2 veces. Do not mess with me. I'm a badass!
Ya está saliendo la ley nueva: "El joder a Nico a las 4 am es perjudicial para la salud".
Otras
especificaciones:
Ya están disponibles los
derechos para la realización de la película. Yo había pensado en algo así como:
“Mosquinator: Destrucción Total. Basada en una historia real”.
Creo que Emilio Disi da justo para hacer de mí, pero igual todo esto es una
idea inicial. Todo se discute. Incluso había pensado en darle una oportunidad a Marley. Se va viendo.
Inversores?
Productores? Cineastas?
Mandenmé
un mail y arreglamos.
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viernes, 23 de septiembre de 2011
Refrán
“Al que
madruga… Oak le da un charmander.

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Y a los
boludos que se quedan dormidos les cabe un Pikachu.”
Ash: -
Che… y es poderoso éste?
Oak: -
Y... mirá… es amarillo y es buena onda…
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martes, 20 de septiembre de 2011
El plan
Quiero ser
el monstruo de la década.
Quiero ser
totalmente incontrolable.
Ser la mismísima
destrucción.
Godzilla
moderno, que no deja ciudad en pie.
Los
rascacielos sufrirán en mi presencia.
Fluiré en el caos.
Tiraré
todo abajo y levantaré un nuevo reino.
Así va a ser
mucho mejor.
La gente por
fin me va a entender.
Y si no…
empezaré de vuelta.
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jueves, 15 de septiembre de 2011
Con dulce de leche
Nada
peor que ser una línea recta. Pero eso, sin embargo, no justifica embarcarse en
el polo opuesto.
Si
hay algo que me da escozor es la gente inconsistente; práctica e
ideológicamente. No digo que un cambio en la forma de ver las cosas no venga
bien de tanto en tanto; la monotonía, por naturaleza, es un garrón. Y que quede
claro (me lavo bien las manos) que ni por asomo afirmo ser el rey de la
coherencia, porque nadie –absolutamente nadie- resiste un archivo.
Actuar
siempre según lo que uno dice a veces se vuelve insostenible y está permitido panquequear
de vez en cuando. Pero tampoco da abusarse. Mucha gente se llena la boca
hablando de tal o cual cuestión para, al otro día, sentarse en la vereda del
frente y defender -a diestra y siniestra- los valores que (hasta no hacía tanto)
detestaba y combatía fervientemente.
Es
como, de repente… PUM! Barrilete (barrilete cósmico). Se unen a lo que solían
definir como “el lado oscuro de la fuerza”. Y uno, que creía saber que tal
persona luchaba por una causa x, ve a este susodicho sujeto (hombre o mujer) y
piensa: “Momentito, momentito… Cómo es esto?”
No
digo que hay que ser una persona 2+2=4. Pero un poquitito de coherencia con
uno mismo no hace mal. Que la inconsistencia no sea
tu única práctica consistente. O criticá en voz baja, así mañana no quedás mal
a los ojos de los que -como yo- opinamos porque el espacio en blogger es gratis
(y lo seguirá siendo -GUIÑO GUIÑO* Facebook-).
Gente
panqueque. Cada vez hay más.
(Y la
relación dulce de leche-gente no es alentadora. Ponete las pilas Serenísima!).
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domingo, 4 de septiembre de 2011
Cuatro
ADVERTENCIA: el siguiente post es amor puro.
A esta altura de mi vida me permito decir que, casi 100% seguro, la música es lo que más amo en el mundo. No se me ocurre nada que pueda disputarle o incluso pedirle compartir su posición privilegiada. Y ahí dentro, ahí adentro de esa cosa que tanto amo, están ellos: The Beatles.
Podría escribir tantas palabras, tantas oraciones con y sin sentido. Tantas que me gastaría los caracteres que Blogger me ha destinado a mí y a otros bloggers. Pero incluso así no llegaría a decir ni la mitad de lo que se puede decir de ellos, no diría nada. Porque acá sólo hay posibilidad para los extremos. Para uno solo. Cuando algo es la totalidad, nada que uno pueda decir va a significar algo.
Hay días en los que me ilusiono e ingenuamente creo finalmente haberlos entendido, haber entendido todo. Pero no. Casi automáticamente vuelvo a la realidad, al primer casillero, después de haberme sentido superhumano. Y me decido por la opción más fácil, putearlos.
Entre desconcertado, maravillado, casi drogado o, más específicamente, extasiado, me inclino por putearlos. Irrespetuarlos. No queda otra. O sí, agradecerles por ser lo que son -que vamos, fueron, siguen siendo y serán (más allá de todo cliché)-.
Agradecerles por ser cuatro y dejar que surja esa pregunta boluda e insensata acerca de cuál es el mejor. ¿Importa? Me parece que no, pero admito que a veces participo de esa irreverente comparación, pero puedo despertarme a tiempo y darme cuenta de que hay cosas que son como son y es totalmente inútil querer indagarlas y desglosarlas. El mundo ya es lo suficientemente bueno.
Agradecerles por haber jugado y dejarnos escucharlos y verlos jugar. Supongo que mucho de lo genial de ellos radica en eso. En el juego, en el fluir, en el dejarse ser.
Para mí ellos van a seguir siendo un misterio, y por eso quizás los quiera tanto. Pero no por una inclinación natural de lo humano hacia aquello que no se comprende. Es por ese carácter multiforme que tienen. Cada vez que los escucho son distintos. Cada vez escucho cosas nuevas, mejores, inentendibles, inabarcables. Cada vez que los escucho dejo de ser yo y me convierto en otra cosa. Y vuelvo a escucharlos -ya distinto-, y vuelvo a descubrirlos, y otra vez el cambio; así, en un proceso infinito. Son como algo que provoca a mi cabeza y la exasperan hasta los límites. Y desde allí mi imaginación empieza a ramificarse a velocidades fuera de lo común. Y todo producto de lo que para algunos, que no entienden nada, no es más que “una canción”.
Creo que lo dijo Charly, me acuerdo de habérselo leído a Malosetti, pero creo que lo puede decir cualquiera de nosotros, algo así como “no confies en alguien que dice que no le gustan los Beatles”.
Amen to that.

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A esta altura de mi vida me permito decir que, casi 100% seguro, la música es lo que más amo en el mundo. No se me ocurre nada que pueda disputarle o incluso pedirle compartir su posición privilegiada. Y ahí dentro, ahí adentro de esa cosa que tanto amo, están ellos: The Beatles.
Podría escribir tantas palabras, tantas oraciones con y sin sentido. Tantas que me gastaría los caracteres que Blogger me ha destinado a mí y a otros bloggers. Pero incluso así no llegaría a decir ni la mitad de lo que se puede decir de ellos, no diría nada. Porque acá sólo hay posibilidad para los extremos. Para uno solo. Cuando algo es la totalidad, nada que uno pueda decir va a significar algo.
Hay días en los que me ilusiono e ingenuamente creo finalmente haberlos entendido, haber entendido todo. Pero no. Casi automáticamente vuelvo a la realidad, al primer casillero, después de haberme sentido superhumano. Y me decido por la opción más fácil, putearlos.
Entre desconcertado, maravillado, casi drogado o, más específicamente, extasiado, me inclino por putearlos. Irrespetuarlos. No queda otra. O sí, agradecerles por ser lo que son -que vamos, fueron, siguen siendo y serán (más allá de todo cliché)-.
Agradecerles por ser cuatro y dejar que surja esa pregunta boluda e insensata acerca de cuál es el mejor. ¿Importa? Me parece que no, pero admito que a veces participo de esa irreverente comparación, pero puedo despertarme a tiempo y darme cuenta de que hay cosas que son como son y es totalmente inútil querer indagarlas y desglosarlas. El mundo ya es lo suficientemente bueno.
Agradecerles por haber jugado y dejarnos escucharlos y verlos jugar. Supongo que mucho de lo genial de ellos radica en eso. En el juego, en el fluir, en el dejarse ser.
Para mí ellos van a seguir siendo un misterio, y por eso quizás los quiera tanto. Pero no por una inclinación natural de lo humano hacia aquello que no se comprende. Es por ese carácter multiforme que tienen. Cada vez que los escucho son distintos. Cada vez escucho cosas nuevas, mejores, inentendibles, inabarcables. Cada vez que los escucho dejo de ser yo y me convierto en otra cosa. Y vuelvo a escucharlos -ya distinto-, y vuelvo a descubrirlos, y otra vez el cambio; así, en un proceso infinito. Son como algo que provoca a mi cabeza y la exasperan hasta los límites. Y desde allí mi imaginación empieza a ramificarse a velocidades fuera de lo común. Y todo producto de lo que para algunos, que no entienden nada, no es más que “una canción”.
Creo que lo dijo Charly, me acuerdo de habérselo leído a Malosetti, pero creo que lo puede decir cualquiera de nosotros, algo así como “no confies en alguien que dice que no le gustan los Beatles”.
Amen to that.
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