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lunes, 20 de diciembre de 2010

Correr Escapar Caer

Baby you're a rich man too
You keep all your money in a big brown bag inside a zoo
What a thing to do!

Lennon-McCartney (1967)

El bocado amargo de la vida llega demasiado temprano. Llega cuando uno deja de ser suyo y pasa a ser de alguien más. Y no en un sentido romántico ni mucho menos. Más bien en un sentido práctico. De cuerpo.

Llega demasiado temprano porque lo encontramos aún cuando somos propios. Llega porque otros dejan de ser suyos y nos contaminan con ese sabor de dejar de ser nuestros. Y uno se vuelve de otro. Y ya nadie pertenece a sí mismo.

El hombre que escapa lo hace a riesgo de quedar como un lunático. Lo tratan de paranoico y pesimista. Escapa. Y tarde o temprano prueba de la seca y amarga raíz de la vida. Va a dejar de ser él mismo y los primeros momentos serán intolerables.

Los demás ya no lo sufren, lo saben dulce y de colores. (Se apropiaron hasta de sus huesos). Y el que escapaba, después de un tiempo, ya no sufrirá. Ni los pensamientos le quedarán a su voluntad.

Se sumará a una fantasía. Abandonará una fantasía. Una, en la que se sumergieron todos ellos. Otra, en la que solo solía vivir él; nunca cruzó compañeros.

Al final, todo será olvido. Todo se irá con el viento.

Al final, muy a pesar del espíritu que fue, será feliz.

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sábado, 30 de octubre de 2010

(Sin) Caer en la cuenta

Y yo me doy cuenta que en realidad no estoy escribiendo nada. No estoy diciendo nada. Estoy garabateando con un teclado que seguramente me odia. Tengo los dedos estériles. Son brutos y torpes, y por eso mi teclado hoy sufre. Las lapiceras, las hojas. ¿Cuántas cosas me odian? No tienen vida porque se las estoy negando. Y quién soy yo para hacerles esto. Cada vez estoy más seguro de ser una falla del universo, un apéndice. Uno que se da cuenta de que no es nada.
Mi silla no se mueve. La gente es un haz de luz. La veo pasar. Corren. Yo tengo los pies atornillados al piso. Nunca pude saber ni qué es este piso al que estoy pegado. Tampoco me propuse averiguarlo. Me quiero arrancar los ojos de lo irritados que están. ¿Y con qué razón? En cualquier momento se derriten frente al monitor.
Todavía no dije nada. Ni una palabra que tenga sentido. La gente se sigue moviendo. Y yo recién me doy cuenta… Yo no me muevo.

¿Esperan que les diga algo?

Bienvenidos al momento de eterna desazón.

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jueves, 14 de octubre de 2010

Diálogo

- A veces pienso en las personas...
- ¿Cómo es eso?

- Sí, pienso en las personas... Pero no en términos de personas, sino en términos de consumidores… Un consumidor no es una persona. Es un consumidor. Es una cosa idiota devoradora de cosas idiotas. Los consumidores bien podrían ser caníbales.
- Yo no quiero ser un consumidor.

- Pero lo somos y lo sabés. Aunque no lo queramos es así.
- Que mal.

- Que bronca.
- ¿Qué culpa tendremos nosotros?

- El flaco que escucha esa música en el auto a todo lo que da se piensa que es tan cool.
- Cool… que mal. La gente no debería intentar ser así. Es homónimo de idiota.

- Sos tan poco cool.
- Gracias.

- Que gente rara. Me gustaría preguntarle: “Flaco, ¿por qué escuchas eso?” Tengo mis suposiciones, pero me gustaría escuchar su propia respuesta.
- Quién sabe qué contestaría.

- ¿Nosotros no tendremos alguna clase de complejo de superioridad?
- Puede ser. Nosotros pensamos que somos los despiertos. Ellos se piensan que pueden elegir cuando en realidad se comen lo que, otros más inteligentes, quieren que coman… Bah, “inteligentes” en el sentido de una inteligencia maquiavélica.

- ¿Y si los que estamos mal somos nosotros?
- Podría ser. ¿Habrá que seguir la corriente?

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jueves, 2 de septiembre de 2010

440

Subo al colectivo. Hay asientos libres; voy y me siento atrás. En la última fila. Hay 5 butacas una al lado de la otra. Yo me siento en el medio. Puedo ver todo lo que hay, a izquierda y a derecha. Acá tengo perspectiva. A un par de cuadras un auto se frena en medio de la calle. Otros empiezan a tocar bocina. El colectivo hace sonar la suya. Es como si un perro grande le ladráse a uno más chico. El tipo está caliente. Le veo la bronca que se refleja en el retrovisor. Al lado mio la mamá y el nene hablan de los deberes. El colectivo frena porque dos chicos tocaron el timbre. (Ellos ya llegaron). Corro en el poco espacio y me siento solo. Me gusta sentarme solo. Más adelante seguro suben otras personas a ocupar los asientos vacios. Cuadras más tarde (acá el tiempo se mide en cuadras) suben nuevos pasajeros. Son dos. Están algo sucios. Creo que vienen de laburar. Hablan alto. Yo me doy cuenta de que hoy me pude sentar. Soy alguien afortunado, hoy puedo disfrutar del paisaje. Veo los grandes carteles. Me quieren vender tantas cosas. Me venden ofertas de supermercado. Me venden recitales en algún lado. Me venden gente a la que votar.
Si tuviese que comparar, afuera se esconde el frío y adentro vive la tierra. Yo soy alérgico. El colectivo vuelve a parar, pero esta vez para llenarse. Yo hoy me pude sentar. Miro a la gente, pienso en qué piensan. Yo pienso en ellos y pienso en ser poeta. No es fácil. No leí a nadie hablar de un viaje en colectivo. Convengamos que tampoco leí mucho. Quisiera tener otra sensibilidad. Pienso en decir cosas más importantes. Pero no soy ningún genio. Hoy solo puedo hablar de viajar en colectivo. Me gustaría tener otras palabras, las justas. Poderlas manejar como este tipo maneja su colectivo. Poder darle forma a lo que otros solo piensan, a lo que sienten pero no pueden decir. Pero yo no puedo ser un genio, aunque sí hablar de viajar en colectivo. Si cada vez que viajo en uno escribiese un poema sería el autor más prolífico.

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jueves, 26 de agosto de 2010

Femenina

Allá, lejos, los negruzcos y pálidos críticos vociferan con lanzas de fuego tu inocencia. Y vos te movés al ritmo de la locura que susurran los jueces (no) imparciales. Te defienden porque no se hace daño al que ya está muerto.
Una cara de tristeza, dibujada (desgarrada) con los colmillos, se hace presente en cuanto lugar vos pises. Y los ángeles no dejan de llorar; ni la fuerza les imprime una sonrisa. Y ahí vas; haciendo gestos que señalan, a los lados, los desastres de los que sos capaz. Y te encanta. Y es tu orgullo.
Pero mantenerte en vilo, mientras digo lo que digo, es una gracia que nunca voy a poder dominar. Sin embargo, en los terrenos baldíos de tu imaginación, algunas palabras funcionan. Otras forman cadavéricas ondulaciones que, en tu boca infectada de silencio, bailan en el aquelarre del olvido conjurando el placer que el viento te dio la noche que el rayo lastimó el cielo.
Y en los balcones, cuando la madrugada muere, no muy lejos de acá, aparecen los pájaros que carroñan dolores mudos. Te encanta ir a verlos, y sabés que ellos te devuelven la mirada, mientras se pelean por el último bocado. Brillan, opacos, y gritan casi con voz humana; tienen la voz del que sufre una miserable soledad. Y vos te regodeás, y grabás en tu memoria el momento en el que alguna ilusión es tapada por el velo de la eternidad. Ese velo que dice Fín.

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domingo, 27 de junio de 2010

Economics

"La oferta genera su propia demanda". Fue lo único que aprendí de las clases de economía. Y si hay idiotas alguien los va a precisar, al menos así lo entiendo yo.

Una vez conocí una chica. Una vez una chica me conoció. Estuvimos algún tiempo juntos. Ella había estado unos años con un idiota, antes.

Ella me dijo "Necesito a alguien que me trate bien". Yo le dije "Yo te puedo tratar bien". Ella y yo estuvimos juntos por un tiempo. No mucho, pero estuvimos juntos algún tiempo.

Un buen día me dijo "Te amo". Un segundo después le dije "Te amo". Pero Dios sabe que lo hubiese dicho antes. Yo se lo hubiese dicho antes.

Un mal día me dijo "Ya no te amo". Un segundo después le dije "Te amo". Y Dios sabe que lloré. Dios sabe que ya no volví a ser.

"La oferta genera su propia demanda", solo eso aprendí. Y si hay gente que trata mal a la gente habrá, necesariamente, gente a la que le guste que la traten mal.

Ella mintió.

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