Vos sí que tenés cara
para decir que sos mi amigo.
Cuando yo estaba deprimido
vos te quedaste ahí sonriendo.
Vos sí que tenés cara
para decir que tenés una mano para ayudar.
Lo único que querés es estar
del lado ganador.
Decís que te decepcioné
y sabés que no es así.
Si estás tan lastimado,
¿por qué no lo demostrás?
Decís que perdiste tu fe,
pero de eso no se trata.
No tenías fe que perder,
y lo sabés.
Conozco la razón
por la que hablás a mis espaldas.
Yo solía estar entre esa multitud
en la que ahora vos estás.
Me tomás por tarado
al pensar que haría amistad
con quien intenta esconder
lo que ni siquiera sabe empezar.
Me ves en la calle
y siempre actuás sorprendido.
Decís "¿Cómo estás?" "Buena suerte"
pero no lo decís en serio.
Cuando, como yo, bien sabés
que preferirías verme paralizado.
¿Por qué no lo reconocés de una vez
y lo gritás?
No, no me siento tan bien
cuando veo las angustias que fingís.
Si fuera un ladrón maestro
quizás te las robaría.
Y ahora sé que no estás a gusto
con tu posición y tu lugar.
¿No lo entendés?
No es mi problema.
Desearía, aunque sea por una vez,
que pudieses estar en mis zapatos.
Y solo por ese momento
yo podría ser vos.
Sí, desearía que, aunque sea solo una vez,
pudieses estar en mis zapatos.
Entenderías el fastidio que es
tener que verte.
*Nada más que una traducción de una genial canción de Dylan.
lunes, 23 de agosto de 2010
viernes, 20 de agosto de 2010
Ciclos
Alguien muere ahogado
en una habitación obscura.
En un lugar que nadie conoce.
En una calle que nadie camina.
En los restos de una ciudad que pocos recuerdan.
Alguien muere ahogado
en sus propias lágrimas,
que no se dejan saborear
por la tristeza de no ser nadie
para nadie.
Por el enfado de alejarse
y ser desconocido,
aún en un reflejo.
Lejos.
Donde ni un tren de sonido llega.
Donde ni los pájaros se atreven a entrar
y al diablo le da asco mirar,
porque las lágrimas
lo ocupan todo.
En un punto,
bajo un farol
que se derrite sobre aureolas,
apenas se divisa una figura.
Hija del destino,
que ya no recuerda a su primogénita.
Que la olvidó en una curva de la carretera.
A las cuatro de una tarde de domingo.
Ahí por el sur.
Adonde regresan algunos a morir,
en paz consigo mismos.
Para cerrar el telón
sin recibir aplauso.
Pero nunca se está realmente solo.
Alguien muere en otro lado.
En ese segundo exacto.
Cuando el universo se equilibra,
y trae las cosas nuevas
a ocupar viejos espacios,
que la tristeza limpia y abandona.
Y así, las lágrimas se secan.
Y así, todo vuelve a empezar.

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en una habitación obscura.
En un lugar que nadie conoce.
En una calle que nadie camina.
En los restos de una ciudad que pocos recuerdan.
Alguien muere ahogado
en sus propias lágrimas,
que no se dejan saborear
por la tristeza de no ser nadie
para nadie.
Por el enfado de alejarse
y ser desconocido,
aún en un reflejo.
Lejos.
Donde ni un tren de sonido llega.
Donde ni los pájaros se atreven a entrar
y al diablo le da asco mirar,
porque las lágrimas
lo ocupan todo.
En un punto,
bajo un farol
que se derrite sobre aureolas,
apenas se divisa una figura.
Hija del destino,
que ya no recuerda a su primogénita.
Que la olvidó en una curva de la carretera.
A las cuatro de una tarde de domingo.
Ahí por el sur.
Adonde regresan algunos a morir,
en paz consigo mismos.
Para cerrar el telón
sin recibir aplauso.
Pero nunca se está realmente solo.
Alguien muere en otro lado.
En ese segundo exacto.
Cuando el universo se equilibra,
y trae las cosas nuevas
a ocupar viejos espacios,
que la tristeza limpia y abandona.
Y así, las lágrimas se secan.
Y así, todo vuelve a empezar.
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miércoles, 18 de agosto de 2010
Ellas y yo
estoy escribiendo
solo porque me lo piden
las oigo quejarse todo el tiempo
dicen que ya no sé qué hacer con ellas
las miro
casi sin tener que abrir los ojos
ya no sé qué hacer con ellas
a veces sueño con despertar
y darles un motivo
otros días, son mayoría,
tengo ambos puños cerrados
comienzan a ser un problema
ante el enfado generado
preparo una taza de té
ellas prefieren un café
o una experiencia alcalina
según cuentos de otros
de todos modos
saben que voy a negarles mi presencia
no es esa mi ceremonia
son inquietas
las más de las veces
no se dejan retratar
no se dejan pronunciar
no se dejan atrapar
hacen muy complejo este juego
que, aunque derrotado, me hace feliz
lejos de mi casa
admiten ser mejores
en otras manos
admiten mi maltrato
amenazan abandonarme
pero van y vuelven
es extraña sensación
ese péndulo de amor y odio
de momentos y momentos
de cuando los buenos son realmente buenos
y los malos realmente malos
a veces pienso
en lo que estoy haciendo
y las cosas van bien
otros días no
ya no pienso
y las cosas van bien
y esos momentos
quizas no valgan nada
los difíciles
son los más
más valiosos
más cruentos
más necesitados de pasión
o de sueños

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solo porque me lo piden
las oigo quejarse todo el tiempo
dicen que ya no sé qué hacer con ellas
las miro
casi sin tener que abrir los ojos
ya no sé qué hacer con ellas
a veces sueño con despertar
y darles un motivo
otros días, son mayoría,
tengo ambos puños cerrados
comienzan a ser un problema
ante el enfado generado
preparo una taza de té
ellas prefieren un café
o una experiencia alcalina
según cuentos de otros
de todos modos
saben que voy a negarles mi presencia
no es esa mi ceremonia
son inquietas
las más de las veces
no se dejan retratar
no se dejan pronunciar
no se dejan atrapar
hacen muy complejo este juego
que, aunque derrotado, me hace feliz
lejos de mi casa
admiten ser mejores
en otras manos
admiten mi maltrato
amenazan abandonarme
pero van y vuelven
es extraña sensación
ese péndulo de amor y odio
de momentos y momentos
de cuando los buenos son realmente buenos
y los malos realmente malos
a veces pienso
en lo que estoy haciendo
y las cosas van bien
otros días no
ya no pienso
y las cosas van bien
y esos momentos
quizas no valgan nada
los difíciles
son los más
más valiosos
más cruentos
más necesitados de pasión
o de sueños
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domingo, 15 de agosto de 2010
Sobre la vez que estuve muerto
Créanme que una vez estuve muerto.
Y yo no era yo.
Era él.
El mediodía de europa.
La noche de mi patria.
Era todo un soñador.
Acaricié el suelo.
La gente no se podía acercar.
Alguien me sostenía.
Hermoso lugar.
Desafortunadas las circunstancias.
Aunque no lamento el viaje.
A un lado y al otro de la valla, la muerte.
Uno era un soldado. Otro era yo.
Y otro era él, pero no lo sabía.
Mi vida estaba en juego.
Un soldado no podía perder.
Yo aún menos.
Tosí sangre.
Ese soldado debía velar por mí.
Y así lo hizo (aunque en vano).
Sentí morirme.
Sentí el terror ajeno.
Sentí dejar de ser.
De repente estaba afuera del espectáculo.
Vi el cuadro y aprecié su alma.
Pude vernos.
Estaba muriendo y ya no hacía nada para evitarlo.
Pero yo ya no era yo.
Era él.
Nunca estuve muerto.
Pero en ese momento final,
él pudo ver(me) morir.

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Y yo no era yo.
Era él.
El mediodía de europa.
La noche de mi patria.
Era todo un soñador.
Acaricié el suelo.
La gente no se podía acercar.
Alguien me sostenía.
Hermoso lugar.
Desafortunadas las circunstancias.
Aunque no lamento el viaje.
A un lado y al otro de la valla, la muerte.
Uno era un soldado. Otro era yo.
Y otro era él, pero no lo sabía.
Mi vida estaba en juego.
Un soldado no podía perder.
Yo aún menos.
Tosí sangre.
Ese soldado debía velar por mí.
Y así lo hizo (aunque en vano).
Sentí morirme.
Sentí el terror ajeno.
Sentí dejar de ser.
De repente estaba afuera del espectáculo.
Vi el cuadro y aprecié su alma.
Pude vernos.
Estaba muriendo y ya no hacía nada para evitarlo.
Pero yo ya no era yo.
Era él.
Nunca estuve muerto.
Pero en ese momento final,
él pudo ver(me) morir.
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viernes, 13 de agosto de 2010
Tema diez y ocho
Media taza de café helado.
Olvido mediante.
Microondas.
Ocho y veinte de la noche que es mañana.
Microondas.
Ahora es café caliente.
Me quemo la lengua.
Me sale un olor a infancia.
Un trago amargo.
Son 5 para las ocho y veinticinco.
Demasiado ocupado para escuchar entre líneas.
Demasiado.
Es poco.
El eco del tipo que te enamora con la voz.
"Si te viera ahí", dice.
Habla de encuentros y deseos.
Habla de buscarte.
Habla de cosas que quedaron por decir.
Habla de veces que no estuve.
Habla de extrañas visiones musicales.
"¿Dónde estuviste?
El café está helado."
"Fue un descuido.
Me caí en el eco."
Reíte por mí.
"Si te hubiese visto ahí...
seguramente vos no me hubieras visto a mí."

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Olvido mediante.
Microondas.
Ocho y veinte de la noche que es mañana.
Microondas.
Ahora es café caliente.
Me quemo la lengua.
Me sale un olor a infancia.
Un trago amargo.
Son 5 para las ocho y veinticinco.
Demasiado ocupado para escuchar entre líneas.
Demasiado.
Es poco.
El eco del tipo que te enamora con la voz.
"Si te viera ahí", dice.
Habla de encuentros y deseos.
Habla de buscarte.
Habla de cosas que quedaron por decir.
Habla de veces que no estuve.
Habla de extrañas visiones musicales.
"¿Dónde estuviste?
El café está helado."
"Fue un descuido.
Me caí en el eco."
Reíte por mí.
"Si te hubiese visto ahí...
seguramente vos no me hubieras visto a mí."
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viernes, 6 de agosto de 2010
Ellos
Hombre bueno.
Niño eterno.
Ingenuo romántico.
Autoproclamado poeta.
Príncipe autocoronado.
Quiere encarnarse en el genio.
Quiere fluir en el amor del nuevo siglo.
Genio busca ser en algún lugar pérdido.
Genio y príncipe.
Aquí no hay tanto drama antiguo.
Aquí hay otras bestias.
Príncipe y genio.
Romance y maldición.
¿Quién lee las cosas que escribe el maldito?
¿Quién oye las cosas que grita el amor?
¿Quién podría abrazarlos?
Ya nadie.

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Niño eterno.
Ingenuo romántico.
Autoproclamado poeta.
Príncipe autocoronado.
Quiere encarnarse en el genio.
Quiere fluir en el amor del nuevo siglo.
Genio busca ser en algún lugar pérdido.
Genio y príncipe.
Aquí no hay tanto drama antiguo.
Aquí hay otras bestias.
Príncipe y genio.
Romance y maldición.
¿Quién lee las cosas que escribe el maldito?
¿Quién oye las cosas que grita el amor?
¿Quién podría abrazarlos?
Ya nadie.
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miércoles, 4 de agosto de 2010
Voluntad
Estoy a dos pasos del verdugo.
El silbido de su cuchilla es asqueroso y fino.
Y su brillo horrible y enceguecedor.
Estoy acorralado en un rincón del témpano.
A ramas quebradas suena la luz.
Incendio en el bosque, huesos molidos.
Cruje la alumbrada oscuridad.
Alguien se rie en silencio.
Ella se va acercando.
Juega a evitar los charcos de claro.
Me araña la mejilla con la mano esquelética.
Se siente contenta entre la herrumbre y mi reloj.
Su perfume es veneno de confusión nueva.
No sé si es azufre, ¿o será un jardín de flores?
Incómodo por su compañía.
Porque la conozco y no sé quién es.
Por extraños me gustaría hacernos pasar.
Hipócritas y desentendidos.
Como todos.
Pero es dueña de la fuerza del toro embravecido.
En la elegancia lúgubre de su figura
y en la negra sombra que evoca
promete la paz que no tiene precio
con la sola estocada de su pincel.
¡Reina de los colores verdaderos! parece sincera.
Con toda ternura me busca convencer.
Mas de ser ingenuo no es momento y esquivo caer dormido.
Intensa busca mi mirada y me vuelve a hablar.
¡Idiota quien de sus ojeras se enamora!
Hay quienes la buscan en los rincones y pagan los costos que sean necesarios pagar.
Yo solo pienso en evitarla.
Pero no está dicha la última palabra en esta conversación.
Y recuerdo las historias que he de saber,
de bravos y valientes que no temieron.
Ni siquiera en el último de los suspiros.
Me resisto a desaparecer.
En duelo el pincel y lo que queda de esperanza.
Última cruzada. Imperdonable pensar en caer.
¿Qué queda aún por perder si marchito está el corazón?
Pero todavía mi último aliento sigue siendo mío.
La dama que besa de noche elogia mis intentos.
Quisiera permanecer en el lugar al que desde siempre pertenezco.
Y en esta última confesión por qué no admitir el miedo.
Si a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Sería más entretenido narrar un enfrentamiento épico.
De esos en los que los héroes se vuelven héroes.
Pero a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Pero todavía mi voluntad sigue siendo mía.

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El silbido de su cuchilla es asqueroso y fino.
Y su brillo horrible y enceguecedor.
Estoy acorralado en un rincón del témpano.
A ramas quebradas suena la luz.
Incendio en el bosque, huesos molidos.
Cruje la alumbrada oscuridad.
Alguien se rie en silencio.
Ella se va acercando.
Juega a evitar los charcos de claro.
Me araña la mejilla con la mano esquelética.
Se siente contenta entre la herrumbre y mi reloj.
Su perfume es veneno de confusión nueva.
No sé si es azufre, ¿o será un jardín de flores?
Incómodo por su compañía.
Porque la conozco y no sé quién es.
Por extraños me gustaría hacernos pasar.
Hipócritas y desentendidos.
Como todos.
Pero es dueña de la fuerza del toro embravecido.
En la elegancia lúgubre de su figura
y en la negra sombra que evoca
promete la paz que no tiene precio
con la sola estocada de su pincel.
¡Reina de los colores verdaderos! parece sincera.
Con toda ternura me busca convencer.
Mas de ser ingenuo no es momento y esquivo caer dormido.
Intensa busca mi mirada y me vuelve a hablar.
¡Idiota quien de sus ojeras se enamora!
Hay quienes la buscan en los rincones y pagan los costos que sean necesarios pagar.
Yo solo pienso en evitarla.
Pero no está dicha la última palabra en esta conversación.
Y recuerdo las historias que he de saber,
de bravos y valientes que no temieron.
Ni siquiera en el último de los suspiros.
Me resisto a desaparecer.
En duelo el pincel y lo que queda de esperanza.
Última cruzada. Imperdonable pensar en caer.
¿Qué queda aún por perder si marchito está el corazón?
Pero todavía mi último aliento sigue siendo mío.
La dama que besa de noche elogia mis intentos.
Quisiera permanecer en el lugar al que desde siempre pertenezco.
Y en esta última confesión por qué no admitir el miedo.
Si a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Sería más entretenido narrar un enfrentamiento épico.
De esos en los que los héroes se vuelven héroes.
Pero a fín de cuentas solo soy uno entre muchos más.
Pero todavía mi voluntad sigue siendo mía.
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